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Con los carteros

Con los carteros

viernes 27 de abril de 2012, 07:41h
    Un oyente lamentaba, en los micrófonos de "Protagonistas", la progresiva desaparición en España de los carteros: la Sociedad Estatal Correos y Telégrafos eliminará este año 2.000 puestos de trabajo y tanto de las zonas periféricas como de los centros urbanos. Es cierto que se escriben muchas menos cartas, que otros sistemas de comunicación más rápidos y menos costosos se han abierto paso de un modo avasallador, y que los Bancos y las compañías eléctricas han reducido su papeleo postal, y que si disminuyen la propaganda epistolar y los envíos de papeletas en los procesos electorales, a los que Correos presta un gran servicio, las cuentas de la compañía aún se resienten más.

     No vamos a reclamar, contra la lógica de la economía en los tiempos difíciles, que se mantengan a la fuerza las figuras de los carteros en su actual dimensión... Vamos a hacer una propuesta que va más allá, partiendo del hecho de que el cartero o la cartera no son solamente personas que transportan y entregan cartas, documentos, pequeños paquetes o transferencias de giros postales sino que, con respecto al medio rural, constituyen un hilo o un vínculo entre quien vive en la lejanía y quien sube y regresa cada día desde la villa o la ciudad más cercanas.

¿Por qué, en este tiempo de desarraigo y de escaso apego a las viejas costumbres, una buena parte de los profesionales de Correos, en vez de irse tristemente para casa tras un expediente de Regulación de Empleo, no son reconvertidos para añadir a la distribución postal nuevos cometidos de utilidad social...?

    En las ciudades españolas, han desaparecido los serenos, y las noches son más inseguras. Los recortes económicos en Educación llevan  al cierre a miles de escuelas rurales, y los niños serán menos cultos y menos felices. Y ahora lo de Correos, lo de los carteros que siempre llaman dos veces, y que se van a quedar sin el silbato que anuncia su presencia, siempre bien recibida salvo en los tiempos en que la locura sancionadora del Estado se desborda y algunos agentes hacen una verdadera campaña de "recaudación" en lugar de hacerla de educación vial, y llegan las multas arbitrarias a los pueblos desolados y empobrecidos. Hagamos un guiño a la nostalgia, y recordemos aquel cartero rural que llegaba, a pie, a caballo o en bicicleta, hasta la aldea más remota; el cartero de las buenas o las malas noticias; el que entregaba una carta con la foto del primer nieto y el que traía un telegrama fechado en Venezuela comunicando la muerte del abuelo emigrante en la Navidad de la nostalgia. Hay oficios que, para que el mundo sea más humano, siempre deberían permanecer entre nosotros.
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