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Mascaritas

Mascaritas

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
viernes 11 de mayo de 2012, 12:46h
Hace algún tiempo, un "conseller" catalán de Interior -Félix Puig- proponía promulgar una ley del Espacio Público para evitar el vandalismo en que suelen degenerar algunas manifestaciones en Cataluña. Dicha ley debería incluir la norma por la que los manifestantes deberían ejercer su derecho con la cara descubierta. Parecía pronosticar eventos posteriores en los que todos pudimos ver en las televisiones a vándalos y presuntos antisistema con caretas, capuchas y pasamontañas. Un carnaval destrozón sin sistema alternativo es un esperpento que se puede asumir como una enfermedad mental, pero es inasumible una pretensión política a cara tapada.
                                                                                        
Las caretas, antifaces, capuchones y demás mascaritas son para otras juergas y mojigangas inofensivas o para acciones delictivas de criminales y terroristas. Tras las máscaras no hay ningún misterioso "anonymus" sino un mierda, aunque lleve los rasgos de Guy Fawkes o cualquier diseño de Alan Moore, el dibujante británico de "comics" capaz de trazar irónicos bigotes y perillas sobre la blanca faz de la muerte. El propio artista descubre su contradictoria personalidad al utilizar la disciplina del buen dibujante para encubrir el mugriento mensaje anarquista del caos. Porque el dibujo es la ley definitoria del orden en el arte plástico, la línea que marca los límites de la imagen. Todo menos anarquía. Alan Moore es capaz de ser disciplinado en su oficio, que es lo que le importa, para degenerar en ácrata impreciso en lo que le importa muy poco o casi nada, como son las mascaradas de "perroflautas" o "yayoflautas" indignados.
 
Hay que ser muy tonto para creer que la humanidad de nuestra época, con millones de urbanitas viviendo en megalópolis donde nadie es autosuficiente, pueda subsistir sin sistemas organizados, transportes públicos, industrias alimentarias, reservas energéticas, dispositivos de sanidad y emergencia y planificación presupuestaria. No habría ni lectores para las historietas de Moore si es que quedaban kioscos sin incendiar. Solo esa progresía de salón que pierde siempre el tren de la historia puede disculpar la anarquía y aceptarla como compañera de protesta cuando se siente desplazada de poder y surge la tentación del "yo o el caos". Se borra de su memoria histórica la II República, cuyas banderas intercala entre sus pancartas, desintegrada desde dentro por el anarquismo que convirtió un Estado efímero en un trágico concurso de comparsas de milicianos. Malo es compartir disturbios con radicales sin propuestas verosímiles ni respaldo electoral pero peor es caminar junto a las máscaras de quienes tienen algo que ocultar cuando salen a la calle. Para desmarcarse del nihilismo y mantener la credibilidad es imprescindible dar la cara, como para votar o demandar justicia. Con máscaras no se marcha hacia el futuro sino hacia el presidio. El "conseller" tiene razón pero, por lo que se ve, sus propuestas caminan a paso lento.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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