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Mielero y soldador

Mielero y soldador

lunes 21 de mayo de 2012, 14:39h
Habrá, estoy seguro, ilustres plumas del mundo del periodismo, que glosen la figura de José Luis Gutiérrez , el "Guti" con calidad y cariño, habiendo sido, como fue, una figura del periodismo español de los últimos años que, desde luego, no pasaba desapercibido. Estos políticos y periodistas  sabrán explicar a la opinión publica, con maestría, a quien se ha perdido.

Yo sólo puedo transmitir algunos sentimientos y recuerdos personales de quien tanto influyó en el desarrollo de una vida que entró en el mundo del periodismo después de haber salido del militar a empujones. Y uno de esos recuerdos es la imagen, en la redacción de Cambio 16 en Castellana, de un mastodonte embutido en una especie de blusón que, según decía, utilizaban los mieleros de su pueblo, Busdongo, en León.

Esa humanidad  llegó a la redacción de Diario 16 de la mano de Pedro J. Ramírez a ayudar a salvar la nave que zozobraba y desde el primer momento todo el mundo supo de sus peculiaridades - que las tenía, vaya si las tenía - y supo concitar amores y odios, de estos solamente unos pocos, de aquellos cantidad, mientras en su columna fustigaba a diestro y siniestro.

Se comentaba entonces, en clave de humor, claro,  que una de las razones por las que el periódico se vendía más era porque muchos lo compraban para leer al "Guti" y leían Diario 16 y, otros, para ver que decía "el cabrón este" y arrojar el ejemplar al suelo con rabia no contenida. Por la redacción, la gente se acostumbró, en los primeros años a ver a esa mole, embutida en su  camisola mielera de León, presumiendo de haber sido soldador en su juventud, hasta el punto de que, con ocasión de una obra menor en la redacción, agarró el artefacto de soldar de un operario y casi deshace  lo que el otro había hecho entre las carcajadas de todos, "Guti" incluido.

Cronista parlamentario, admirado y temido, todos coincidían que "lo que pasa es que el Guti es el Guti", esa obviedad aparente que se utiliza para definir un personaje como único. De director, con todas sus contradicciones, en los momentos más difíciles de Diario 16, se dedicó a la difícil tarea de buscar dinero para pagar las nóminas. Al mes siguiente de que los nuevos amos lo echaran, dejaron de pagarse las nóminas de unos trabajadores que siguieron sacando adelante la publicación, que se iba al traste, por una crisis empresarial, que no redaccional, como dijera quien le apoyó, sin fisuras, desde siempre, mi amigo Antonio Romero.

Las huelgas y la acción de una parte del comité de empresa liderado por mandantes /as  ayudaron a acabar con una cabecera emblemática del periodismo español de aquellos años. Supo enfrentarse a quienes atacaban a los que hacíamos un periódico básico para nutrir a las cabeceras regionales, incluso dando la cara con acompañado  por directivo de la redacción, mientras otros salían del edificio escondidos en coches escoltados por la policía.

Podría seguir y no acabar, pero conforme pasan los minutos, se hace más difícil seguir frente  la pantalla dándole a la tecla. En el momento de escribir estas líneas, no se como nos has dejado. Qué más da. El hecho es que te has ido. Gracias por todo, lo bueno y lo malo, que nos enseñaste a muchos. Gracias por haber entrado en mi vida. Gracias, amigo y director.


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