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¿De qué te ríes, Wert?

¿De qué te ríes, Wert?

viernes 25 de mayo de 2012, 12:14h
Como un principiante metido en un traje que le queda grande, el Ministro de Educación pasea su amplia sonrisa allá donde va, como si tuviera necesidad de mostrarle a alguien que está encantado de haberse conocido. Wert anuncia un recorte de 3.000 millones de euros en educación y sonríe. Anuncia la subida de tasas universitarias más desproporcionada de la historia de ningún país conocido y sonríe. Niega la ayuda para la educación infantil de 0-3 años y lo hace con una sonrisa. Aparece ante los medios el día después de la primera huelga general en la enseñanza convocada por todos los sindicatos del sector y, tras anunciar una cifra de seguimiento a la que casi le pone decimales, sonriente da las gracias a los profesores "por respaldarle". Curiosa forma de interpretar la realidad.

Wert quiere ser el alumno aplicado de un gobierno empeñado en satisfacer a su base más conservadora. Y plantea una reforma educativa con una gran carga ideológica, dirigida a expulsar de la universidad a miles de estudiantes de familias trabajadoras, que es lo que ocurre cuando se suben los precios de las matrículas y se recortan las becas. Él lo explica diciendo que no es para tanto, que es verdad que las tasas van a subir -hasta un 66 %- pero lo que ocurre realmente es que, a lo mejor, la gente prefiere gastarse el dinero en otra cosa antes que en la educación. Y sonríe, como si viviese tan alejado de la realidad para no darse cuenta de que no le hace gracia a casi nadie. Como si estuviese enrolado en un chiste inacabable que sólo él entiende y que parece no tener fin, el ministro peor valorado del gobierno no entiende que le falta muy poco para ser la espita por la que se canalice el rechazo social que este gobierno está cosechando en tan poco tiempo. Por cada sonrisa del ministro pareciera crecer alguna décima su desaprobación social y, en ese sitio imaginario donde la gente va acumulando su ira, el rostro del señor Wert va siendo habitual.

Esta semana, los rectores han sido los últimos en no acompañar la sonrisa del ministro feliz. A él le da igual, pues piensa que son una panda de inconscientes que en realidad no entienden nada de la delicada situación del país. Después de todo, qué osados, pretender discutir un decreto que ya ha sido aprobado.

Pero más pronto que tarde Wert dejará de reírse. Tal vez sólo cuando se le pase la borrachera de poder y alcance mayores cotas de sobriedad se dará cuenta del papel que ha jugado. Ahora, sólo sus fieles -y algunos medios de comunicación con vocación de voceros del tea party español- le ríen las gracias, pero a él le sirve. Sin embargo, casi todo el mundo sabe que este ministro sonriente ya tiene fecha de caducidad. Es el peor valorado del gobierno y, además, en un tiempo récord ha conseguido la enemistad de padres, estudiantes, profesores, sindicatos -incluyendo los tradicionalmente más próximos al PP- y rectores.

En realidad, el único aliado que le queda a Wert fuera de su partido es el calendario. Pero un ministro que consigue llenar las calles y parar las clases de las universidades a finales de mayo debería empezar a pensar que el verano pasa rápido y que, a lo mejor, le pasa como a las hojas de los árboles, que se las termina por llevar el otoño.

 
Manuel de la Fuente es politólogo. Fue miembro del Consejo Escolar del Estado.
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