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Vigencia de Maquiavelo

Vigencia de Maquiavelo

lunes 11 de junio de 2012, 09:10h
Nicolás Maquiavelo, que  redactó "El príncipe" en 1513,  aunque no pudo publicarlo hasta 1532 -cinco años después de  su muerte-, eximía a los gobernantes de la sujeción a principios emanados de la moral o la ética.  Para  el autor  italiano, la justificación de los medios empleados para la consecución de los fines deseados otorgaba a la 'razón de Estado' el carácter de principio de rango superior.

Lo que  probablemente no se llegó a plantear el ilustre escritor, fue que su influencia  llegaría a estar  plenamente vigente, al menos cinco siglos después de  escrita y publicada su obra. No ya año tras año, sino  día a día, y en los confines más alejados de la península  que vio nacer al  influyente pensador.  No hay país  en el que, hoy en día,  no puedan encontrarse ejemplos constantes   de cuanto digo, lo cual no sé muy bien si  dice mucho en favor de la política o de su creciente desprestigio entre las generaciones más jóvenes y, por tanto, más idealistas y utópicas.


Cuestión de narices

No es el mejor, ni el más reciente ejemplo, pero  puede ilustrar mi afirmación  como anillo al dedo. Se trata del cinismo  y la mentira urdida, a principios de  2012, por Anwar al-Balkimy, diputado egipcio afiliado a una rama ultraconservadora del islamismo en el país  que atraviesa el Nilo . Al señor diputado, que quería cambiar su  aguileña nariz, no se le ocurrió nada más apropiado para  modificar su prominente y retorcido apéndice, que someterse  a una rinoplastia. Nada más común, puede pensarse. Efectivamente, pero se da la  desgraciada circunstancia de que   este tipo de intervención está terminantemente prohibida por la estricta doctrina religiosa del salafismo. Por eso, a al-Balkimy  no se le ocurrió  otra cosa que simular _según   informaban  las agencias internacionales de noticias_  haber sido víctima de una paliza a manos de un grupo de cinco atracadores mientras circulaba por la autopista que une las ciudades de El Cairo y Alejandría. De esa forma, debió decirse el diputado egipcio, mato dos pájaros de un tiro: muestro mi heroicidad   y mi pundonor y resistencia al enfrentarme a estos desalmados y, por añadidura, puedo mejorar mi antiestética nariz  en la operación que, en estos casos, no puede oponerse, ni siquiera el salafismo que profeso...

Pero, como las mentiras tienen las patas cortas, al diputado no le valió   el   apoyo inicial  de su  formación política (la coalición Nour)  que apostó   ciegamente por la versión pergeñada por el representante del pueblo, para tener que  encoger el rabo entre las piernas cuando,  días después, un inocente cirujano plástico del hospital  donde fue sometido a la intervención, declaró a la prensa que al-Balkimy había contratado una rinoplastia en el centro.

Por una vez, y sin que sirva de precedente, la coalición de  la que forma parte  el coqueto diputado, no tuvo más  narices que  desdecirse  y retirar el apoyo al aprendiz de bufón que, obviamente,  propició su  salida  política  a través de  una dimisión ( nótese  que no he utilizado  los términos "ética" ni "estética", por  razones  obvias).

Lo peor es que la coalición Nour,  que  fue el segundo partido más votado en las elecciones celebradas en Egipto -detrás del partido islamista,   en torno al cual se agruparon los Hermanos Musulmanes-, forma parte de una corriente del islam que considera pecado la música y el fútbol. No quiero ni pensar  qué porcentaje de  los integrantes de esa formación política  serían capaces de jurar y perjurar  que  ni un solo día de su vida, sus oídos han permitido  escuchar una  sola nota musical, ni  que sus ojos hayan visto  una sola jugada, no ya  del equipo nacional, sino  tampoco de los equipos  que estos días están  disputando    la Copa de Europa  de fútbol, o  de cualquiera de los encuentros que  han  jugado durante  la temporada    equipos como el  Barcelona, el Manchester, el Inter o el Real Madrid   ... Moraleja: Haz lo que yo diga, pero no digas lo que yo hago.

José-Miguel Vila

Columnista y crítico teatral

Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)

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