jueves 19 de julio de 2012, 10:19h
Es admirable
la capacidad de observación de las antiguas culturas indígenas para, sin contar
con instrumentos ópticos, diseñar sus calendarios. La medida del tiempo, con
sus ciclos y estaciones, sistematizada en los relieves circulares de sus
piedras, era, a la vez, un arte y una ciencia empírica. Es el caso de los
mayas. Su conocido calendario termina en diciembre de 2012. La fantasía de
quienes prefieren atribuir al calendario virtudes mágicas y proféticas en vez
de talento a los mayas, les ha llevado a pensar que la fecha final indica el
fin del mundo. Aquellos astrónomos llegaron en sus cálculos hasta el 2012
porque era una fecha tan lejana que no valía la pena programar más. Ya lo
harían futuras generaciones. Ahora parece, según la revista "Science" que se ha
encontrado otro calendario maya con cálculos para los próximos siete mil años.
Lo que pudiera indicar la más conocida rueda matemática de los mayas no es el
fin del mundo, sino un cambio de ciclo, un hasta aquí hemos llegado, en 2012.
En efecto, en
2012 estaremos llegando al fin de un ciclo en que la organización territorial
del Estado y su interferencia en el bienestar de los ciudadanos eran intocables
por que la economía que sostenía el sistema aún lo permitía. Ahora esa economía
es negativa y, por el momento, los esfuerzos y las reformas van en la dirección
elemental de ahorrar más y gastar menos. Esta receta casera es tradicional y
realista y sirve para arreglar las cuentas, pero no para reactivar la economía.
Conformarse con menos sirve para sobrevivir pero no para prosperar. El mundo, y
no solo España, tiene planteado este dilema: o agarrarse a un salvavidas para
sobrevivir sobre un mar frio o nadar vigorosamente hacia la costa de una
economía unitaria.
Hoy estamos
flotando entre los vestigios de un naufragio y el perfil de un futuro
impreciso. Ese futuro no podrá construirse en España sobre viejas regiones
convertidas en Estaditos ni, en Europa, sobre viejas naciones convertidas en
Estadazos. El modelo de unas autonomías demasiado autonómicas no sirve ni para
nosotros ni para Europa. No es un problema interno de España. Los entusiastas
de la dispersión deben ir pensando en elegir entre la lealtad al interés
general o la posible intervención por parte de un gobierno mayoritario y de la
mayoría de un Senado, de acuerdo con el artículo 155 de la Constitución. Entre
un gobierno sensible a sus identidades o la intervención indirecta, a través de
los órganos constitucionales, a favor del interés general de una Unión Europea
menos sensible a sus rarezas. Estamos en el intermedio entre dos actos: una
experiencia pasada que no puede prorrogar sus errores y un porvenir que no
tiene escrito su guión. El tiempo, como el grabado en el calendario maya, llega
a un punto final. Lo que venga después deberá ser distinto. No solo tendrá que
sanearse la economía sino, también, la política general, teniendo en cuenta
principios básicos de esfuerzo, solidaridad y responsabilidad. Es inútil el
forcejeo por salvar los restos descabalados del ayer. Lo que hay que hacer es
construir el mañana. En medio de la tormenta, el futuro está abierto para
quienes tienen tiempo por delante para moldearlo. Es probable que, cuando
termine 2012, como en el calendario maya, veamos el fin de un ciclo y nuevas
perspectivas. Hará falta labrar un nuevo calendario con menos socorristas,
recortadores y folkloristas y más arquitectos de la Historia.
Ex diputado y ex senador
Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
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