www.diariocritico.com

Trece Espinas

viernes 19 de octubre de 2007, 10:21h
Dudo mucho de la eficacia social de una ley como la de la memoria histórica. Muchos desmanes del franquismo podrían haberse reparado de otra forma, menos traumática para la unidad de esta sociedad que sigue constando de dos españas y de una tercera que no quiere saber nada ni de la una ni de la otra.
Lo digo hoy repasando algunas escenas de la película ‘Las trece rosas’ que se ha estrenado en toda España y que ya ha empezado a ser combatida como “un ataque contra la derecha”. No se puede ser más maniqueo. O más tonto. La narración del fusilamiento, inmediatamente después de la guerra civil, de trece jóvenes muchachas, algunas menores de edad, doce de ellas pertenecientes a las Juventudes Socialistas, me provocó la vieja indignación que produce la personalización de las grandes cifras: ¿cuántos fueron los fusilados por el franquismo vencedor tras la horrible contienda? ¿Cien mil? Puede que tantos como esos. O alguno menos. O alguno más. Las trece rosas son un símbolo de aquello que hemos venido callando, más o menos, por la concordia nacional, en aras de no levantar ampollas. Trece casos de un total de cien mil.

Una cosa es la historia, que no conviene olvidar ni deformar, y otra las leyes que obligan a recordarla reescrita por el vencedor de turno. Pertenezco a una generación a la que se le contó muy, muy sesgadamente lo que ocurrió en España entre mil novecientos treinta y mil novecientos cincuenta. Se cometieron muchas barbaridades, se practicaron crueldades sin límite, se vertieron hectolitros de sangre innecesaria. Y nada de esto nos lo contaron, excepto, claro, las aberraciones contra el ser humano que sin duda practicaron también los que resultarían vencidos. No quisiera que hoy ocurra lo contrario: que los vencedores, menos mal que en las urnas, nos presenten solamente una cara de la realidad. No me parece que sea este el caso, el de la película que comento, digo.

Ahora viene Emilio Martínez-Lázaro contándonos una historia rescatada de los archivos por el periodista Carlos Fonseca. Una historia real como la horrible vida misma de aquel 1939, cuando te podían pegar un tiro por no llevar sombrero o por olvidar la letra de un himno guerrero. ¿Es atacar a la derecha recordarlo? Reconozco que alguna lágrima se me escapó viendo esta película, y vi ojos humedecidos en algunos compañeros de profesión que asistimos a un preeestreno. He visto que ciertos críticos quitan verosimilitud a las imágenes, minimizan la realización, les ha disgustado la dirección. No lo sé, no soy un especialista en la crítica cinematográfica. A mí, que he dedicado muchos años a estudiar y escribir la crónica del antifranquismo, me impresionaron vivamente estas imágenes.

Y me da igual que hayan querido hacer coincidir esta película con la a mi juicio inconveniente ley que se aprobará en el Congreso de los Diputados dentro de diez días. Creo que yo, al menos, he superado ese regusto guerracivilista que parece que aún les queda dentro a algunos y sé distinguir entre la Historia y la histeria.

Los políticos, ya se sabe, deforman de una u otra manera, a menudo con la mejor intención, los hechos que les resultan polémicos. Y algunos bobos compran cualquier cosa: que si tal película, este o aquel libro, están escritos contra la derecha de hoy por recordar lo que hicieron los energúmenos de ayer  --¿qué tendrán que ver los unos con los otros?--, que si los asesinos mataron más en un bando que en otro. Como si un solo asesinato no bastase ya para condenar a todos los lobos de la camada. En fin, lloremos por los muertos inocentes y tratemos de perdonar a sus verdugos. Eso sí, mirando siempre hacia el futuro; a mí lo que más me preocupa es que la última ley que se aprueba esta Legislatura en España se refiera solamente al pasado. Cuando el pasado debería quedar confinado a las películas, a los libros y al sentido común, pero no a la revisión oportunista de una cámara legislativa.
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios