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Citas

Citas

viernes 19 de octubre de 2007, 12:57h
Cuando yo era chico, (“ayer nomás”, diría Lito Nebbia) la única revista “de interés general” que circulaba por mi casa era el “Selecciones del Readers Digest”. Recuerdo que en dicha revista había dos secciones que frecuentaba con cierta avidez: “La risa remedio infalible” y “Citas Citables”.

Rememorando aquellos momentos de la preadolescencia, permítanme iniciar la nota de hoy con algunas “Citas Citables:

“El presidente Kirchner para cada problema tiene una solución, no una regla”. Alieto Guadagni.
“La solución de hoy, es el problema de mañana”. Meter Senge.
“Los pueblos tienen los gobiernos que se le parecen” André Malreaux.

¿A qué viene esta introducción? Un poco de paciencia.

Según una encuesta esclarecedora de Carlos Fara y asociados, cuyas conclusiones se publican en “El Cronista Comercial” del 17 de octubre-ver página 19- que compara la opinión de la sociedad frente a distintos temas en el 2003 y cuatro años después, “…la población argentina sigue prefiriendo un modelo con una fuerte presencia del Estado…y sigue considerando que dejar la economía en manos de la libre iniciativa privada ha sido pernicioso…”. Es más, en algunas cuestiones, como la estatización de los servicios públicos, existe hoy una opinión a favor del retorno del Estado, aún mayor que la que existía cuatro años atrás.

También se ha elevado el porcentaje de la población que está en contra de eliminar las retenciones al campo y ha bajado, aunque se mantiene elevado, el porcentaje de la sociedad que pide “que se vayan todos”. También se mantiene, aunque ha disminuido, el rechazo de una alta proporción de la población a confiar su dinero en el sistema financiero.

En síntesis, para evaluar al gobierno en términos de la cita de Malreaux, ¿A qué se tiene que parecer un gobierno popular, según la encuesta de Fara?. Tiene que ser fuertemente intervencionista en materia económica. Mantener las retenciones a la exportación. Estatizar empresas de servicios. Castigar a los bancos. Hablar de renovación política. Y confirmar que “falta mucho”, pero “sabemos como hacerlo”.

De manera que, si la encuesta de Fara es creíble, y no tengo motivos para dudarlo, se explica muy claramente porque el presidente, lector de encuestas él también, necesita mostrar que, “para cada problema, tiene una solución”. (obviamente, podría tener una “regla” que diera transparencia, automaticidad e inconstitucionalidad a las “soluciones”, pero ello implicaría otro tipo de construcción técnico política, del que el gobierno carce). Y también se explica porque interviene directamente en el precio del tomate o castiga sin problemas en sus discursos públicos a empresarios y banqueros.

Pero lo que muestra la encuesta, a su vez, es que el “silencio” y la complicidad de las entidades empresarias, en general, no ha ayudado a mejorar la imagen de la iniciativa privada ante la gente. Por el contrario, como “quien calla otorga” el problema se ha agravado y hoy gran parte de la sociedad no ve la baja de precios o de tasas de interés “acordadas” como “una contribución de las empresas al bienestar general” sino que lo ven como una “devolución de lo que nos están robando, gracias a la intervención y el “apriete” del presidente”.

EN este contexto, la aceleración de la tasa de inflación. La crisis energética. Los problemas de falta de inversión en servicios básicos, la inseguridad, etc., que han hecho caer, visiblemente, la popularidad del presidente y del gobierno en estos meses, según otras encuestas, no se deben a un cansancio de la población respecto del “modelo”, ni a la intuición del “agotamiento del modelo”.
Por el contrario, se deben a la percepción de que el gobierno “ha claudicado” en los controles. Ha “negociado” con el poder económico. Está preparando un “tarifazo” para las privatizadas, etc.

En otras palabras, e insisto, en base a las encuestas de opinión, la mayoría social no atribuye los problemas de hoy, a “las soluciones de ayer”, sino a cierto “dejarse estar” del gobierno que había preferido la “mentira” del índice, en lugar de enfrentar a los formadores de precios. La suba de las tasas de interés, en lugar de torcer el brazo de los banqueros. O malos servicios, en lugar de “apretar” a las privatizadas.

Es de esta forma en que puede explicarse que el presidente, en el tramo final de la campaña., esté intentando “recuperar posiciones” para irse como “el mejor presidente de la historia” mostrando un nuevo “activismo” en los temas que le preocupan a la gente. O “inventando” problemas, como el de la tasa de interés, para encontrarle, inmediatamente “soluciones”. Y digo “inventando” problemas, porque si hay algún problema en el sistema financiero argentino, no es la falta de crédito (está creciendo más del 35% este año e incluso en septiembre creció en términos reales aún contra la inflación verdadera); ni las elevadas tasas de interés-cada vez más negativas en términos reales-. Ni la cartelización, dado que el 25% del crédito, o más, está en manos de la banca pública.

Si hay un problema en el sistema financiero es que, al menos en septiembre ¡los depósitos privados dejaron de crecer!.

Pero volviendo al activismo presidencial, dicha actuación, también ayuda a Cristina a consolidarse en las encuestas, no frente a quienes votan a la oposición no peronista. Sino frente, precisamente, a las acusaciones de “poco peronismo” que refleja el discurso “erudito” de la candidata. Al parecer, en este tramo final de campaña, importa menos “espantar” algunos votos independientes que pueden hacer subir algo a Carrió y, eventualmente a Lavagna, que lograr que Rodríguez Saa no le quite votos que puedan hacer peligrar un porcentaje lo suficientemente holgado como para acercarla al 50% que necesita, no ya para ganar en primera vuelta, cuestión que el presidente cree que está fuera de discusión, pero si para mostrar su hegemonía de poder.

Ahora bien, después de este “ejercicio ilegal del análisis socio político”, vuelvo a la economía. O, mejor dicho, a analizar las consecuencias de política económica de escenario social.

Como me reconoció generosamente hace unas semanas Mariano Grondona, fui de los primeros en advertir que el gobierno había dejado de controlar los precios y pasado a controlar el índice. (¡Y bueno no tengo abuelita!). Eso, que era una mala noticia institucional de largo plazo, era una buena noticia para las empresas, dado que implicaba menor presión sobre la rentabilidad y su política micro, en la medida que “le encontraron la vuelta” para no influir en el índice –caso medicina prepaga- o firmaran “listas” que pudiera computar el INDEC, más allá de lo que pasara en la realidad-caso turismo por ejemplo-.

Sin embargo, esta política como toda “solución K” resulta de alguna utilidad durante muy poco tiempo, Ahora, el IPC oficial solo sirve para divertimento de mi querido amigo Moreno, y para que se destruya la cotización de los bonos argentinos, aumente la tasa de interés que tiene que pagar el Estado y se reduzca, el mercado de crédito voluntario, dispuesto a prestarle a la Argentina a tasas razonables. La manipulación del INDEC ya es más problema que solución.

De allí que, después de las elecciones, se intentará “normalizar” el INDEC e inventar nuevos índices que permitan, eventualmente, recuperar reputación y credibilidad.

Pero el “problema INDEC” no es sinónimo del “problema inflación”.

Normalizar institucionalmente el INDEC resulta imprescindible, pero eso no baja la tasa de inflación.

En ese sentido, la pregunta clave entonces es ¿Volvemos al control de precios y al activismo profundo, o lo de estas semanas es solo “fuego electoral? .

Si hay que guiarse por la opinión de la sociedad y el “estilo” de gobierno K da toda la impresión que, más allá de cierto retorno a una política fiscal menos expansiva, el esquema de intervención directa y solución caso por caso está para quedarse.

Pero si esto es así, estamos en problemas. Dado que las “soluciones K” tienen cada vez menos margen de maniobra. El Consejo Económico y Social puede ponerle freno al desborde de expectativas, pero no es compatible con una política fiscal “demandante de inflación”-para hacer crecer los ingresos y licuar el gasto- o una política monetaria y cambiaria incompatible dado el escenario internacional, con una desaceleración del crecimiento de los precios. Mientras el intento de mantener los precios locales “divorciados” de los internacionales requiere, con las actuales discrepancias, una maraña de subsidios cruzados y directos cada vez más costosa y difícil de instrumentar.

Con este panorama, el riesgo de “estanflación dinámica” es decir desaceleración del crecimiento y aceleración de la inflación aumenta.

Más si la “demanda por inflación” también es de una parte importante de la sociedad. En efecto, así como en la dolarizada economía de los 90, la mayoría estaba en contra de la devaluación, porque ello implicaba una crisis para los endeudados y así se votó en el 99, Ahora, los asalariados sindicalizados de clase media, endeudados en pesos a cuotas fijas, lo que demandan es inflación para “licuar” sus cuotas, y aumentos salariales que le “ganen” a la inflación esperada. No necesitan estabilidad, Tampoco la necesitan los comerciantes y los “tomadores de precios” en la medida que su mercado admita el “pase”. Obviamente, no sucede lo mismo con los jubilados y pensionados y con los asalariados informales que necesitan del gobierno y la Corte para que fije las “movilidades” los primeros, o para que se aumente el salario mínimo, los segundos. O de alguna variante del clientelismo.

En síntesis, sí las encuestas de opinión reflejan con cierta exactitud el clima social, a lo que estamos asistiendo es a algo más que a fuegos artificiales derivados de la campaña electoral. Estamos asistiendo a la consolidación de un esquema de “soluciones sin reglas” que, obviamente, serán el problema de mañana.

Pero sobre eso, discutiremos…mañana.
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