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Una política digital

Una política digital

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 10 de septiembre de 2012, 11:56h
El periodismo digital y su rapidez informativa nos ha traído, paradójicamente, el regreso al periodismo escrito. En su día, la radio y, especialmente, la radio portátil desplazó el avance informativo a la expresión oral. Los informativos se llamaban "diarios hablados" hasta que se convirtieron en "horarios". Luego vino la televisión con sus informativos ilustrados, añadiendo lo visual a la comunicación oral. Pero la información digital no necesita ilustración visual ni intermediación de locutores. El periodismo digital es fulminante pero escrito en letras de molde, sin molde. El redactor llega al lector antes que nadie, pero por escrito. El informador de periódicos tradicionales se encuentra sobrepasado por el digital que se adelanta no solo en difundir el hecho noticioso sino en comentarlo y valorarlo, aunque con menos tiempo para la reflexión o el estilismo. Además, la mal llamada prensa digital, carente de prensa, también se acompaña de colaboraciones no vinculadas a la estricta noticia -véase la muestra- que pueden fluctuar en un paréntesis de actualidad capaz de soportar la compañía de la información de alcance pero que, a su vez, tampoco pueden perderse en las florituras del periodismo literario ni en las divagaciones intelectuales de los artículos de revista que, a veces, adornan con erudición o pedantería las páginas del periodismo de papel.
                                                                                  
El reto del periodismo digital es que pretende trabajar sobre una actualidad que llega a sus destinatarios muy directamente. La comunicación se ha hecho directa en aquellos temas que antaño nutrían la información periodística: la política, la economía, el deporte, el clima, etc. Muy peculiarmente la política -la portada de toda clase de medios- se ha hecho, por si misma, digital. El gobernante ya no puede esperar a tomar decisiones bajo la presión orientada por los medios tradicionales que, sin embargo, pueden influir en los legisladores que, por las formalidades parlamentarias, trabajan en otro ritmo. La diferencia entre el ejecutivo y el legislativo se acentúa en la práctica inexcusable del día a día o de hora a hora, en favor del ejecutivo que cuenta de antemano con el seguidismo de la mayoría parlamentaria. El parlamentarismo se convierte, cada vez más, en ratificador del poder ejecutivo pero se despega cada vez más de las decisiones operativas.
 
Las fluctuaciones de la prima de riesgo, las oscilaciones del mercado, las repercusiones de los atentados o los disturbios, los intercambios verbales entre dirigentes y las contraprestaciones diplomáticas han creado unas exigencias de reflejos rápidos que tienen que ver más con el mundo de los números que con el trasiego de documentos y el transcurrir de debates prolijos. La política se ha hecho digital y, como el periodismo, debe valorarse en su fecha y para su momento. Igual que sucede con estos artículos; que son cuando son y son lo que son, precisamente, por ello; también los actos políticos son para cuando son. No son buenos ni malos fuera de fecha sino en relación con el tiempo. Cuando se juzguen actuaciones como aquellas a que está dando lugar la gran crisis internacional de nuestros días se medirá cuando se ha llegado tarde, cuando se recibió información y cuando se reaccionó. En 1.977 -cuando se trazó la estructura constitucional vigente- se miraba más a corregir el pasado que a prever el futuro. Se buscaron formulas para complacer viejas aspiraciones presuntamente históricas, de antiguos partidos, frustrados estatutos o extinguidos sindicatos. La era digital ni existía ni se la esperaba. En 2.012 el mundo ha cambiado. Estamos en la época digital. El espíritu constitucional permanece válido pero su estructura necesita adaptarse a las necesidades de un Estado ágil y esbelto. El pueblo español y, diríamos que los pueblos de Europa, hasta cierto grado unidos, reclaman de sus instituciones una disposición actualizada para afrontar las graves dificultades sociales y económicas de nuestros días. Esta reclamación latente tropieza con una sensación de impotencia y lentitud inadecuadas para las urgencias del tiempo en que los dígitos cantan su canción. El Estado, o los Estados, necesitan un tratamiento acelerado de rehabilitación.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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