¡Salimos en el 'New York Times'!

De nuevo, hemos salido (para mal) en el New York Times. No tendría excesiva importancia que el periódico de las clases ilustradas en el país donde hay más pobres del mundo publicase una página entera de fotografías con las miserias españolas -lo que se podría publicar de allá...--; lo importante es el impacto que eso tiene aquí, entre quienes consideramos, de modo un tanto aldeano, que el NYT es la Biblia. Y no lo es. O no siempre: sin ir más lejos, abría su edición digital en la noche del martes con una impactante -nunca mejor dicho-imagen de los policías que custodiaban el Congreso de los Diputados en Madrid golpeando con porras a unos jóvenes en el suelo.

No soy quién para dar lecciones de periodismo a nadie, y menos a los colegas de la 'vieja dama gris'. Pero no acabo de entender que, para el principal periódico de un país donde se celebran dentro de pocas semanas unas elecciones trascendentales para el mundo entero, en un Nueva York donde se congregan estadistas de todo el planeta con motivo de la Asamblea de las Naciones Unidas, la principal noticia sea lo que ocurre en una manifestación a la que asistieron seis o siete mil personas. ¿Sería eso una respuesta a los esfuerzos del Rey, reunido con el consejo de redacción de este rotativo, para explicar a aquellos periodistas, tan sabios, la 'verdadera realidad' de nuestro país?

No quiero entrar en el fondo de la conveniencia o no -sólo diré que yo la juzgué altamente inconveniente-de la manifestación del 25-s en torno al Congreso. Menos aún en la guerra de cifras, ridícula y habitual. Ni siquiera en si la policía se extralimitó o no a la hora de reprimir algunos abusos alborotadores. Solamente sé que el impacto que este acto, tan solo este acto en el que la mayoría de quienes se manifestaban eran gentes pacíficas, irritadas porque se ven empobrecidas, ha hecho más contra la 'marca España' que cien Sánchez Gordillos saqueando supermercados.

Y también sé, ya que estamos, que parece que nuestro país se ha puesto de moda. Para mal, claro. Porque, qué quiere usted que le diga: convertir, desde el principal periódico del mundo mundial, en la noticia del día una manifestación claramente minoritaria, convocada no se sabía muy bien por quién ni para qué, es algo que me resulta, cuando menos, chocante, y conste que no estoy sugiriendo teoría conspiratoria alguna. Solamente eso, que parece que, hagamos lo que hagamos los españoles, somos noticia negativa.

De todas maneras, es de desear que nuestros representantes perseveren, encontrándose con los responsables de esos medios de comunicación que hacen y deshacen prestigios, que reparten mercedes y desgracias no siempre ateniéndose, empiezo a pensar, a ese equilibrio entre importante e interesante que rige las normas periodísticas.


- Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'