La presidenta
Cristina Fernández de Kirchner
tiene una obsesión contra España que roza lo patológico. No contenta con haber expropiado
Repsol por las bravas, aprovecha
cualquier situación para criticar a nuestro país, aunque no venga a cuento.
En su intervención en la ONU, la
presidenta argentina se pasó cuarenta pueblos, cuando retrató a España como un país
represor, con motivo de las manifestaciones del pasado 25 de septiembre. ¡Qué
barbaridad! Según ella, la represión en Argentina no existe, y la crisis menos
aún, Argentina va de fábula y España es un
desastre.
¿Qué le hemos hecho a esta señora?
Nada. Es un problema suyo y de sus complejos. Se apropia de empresas españolas,
pero los ladrones somos nosotros. Y para
curarse en salud, que en esto doña Cristina es especialista, ahora amenaza con
no acudir a la Cumbre Iberoamericana que se celebrará en Cádiz el próximo
Noviembre. Quiere castigarnos con su
ausencia. ¡Que disgusto tan grande!
Hay que ver las historias que se
inventa la presidenta argentina para ocultar el miedo que tiene a dar la cara y
rendir cuentas. Igual teme que en esa cumbre, nuestro Rey repita lo que le dijo
a
Hugo Chavez. ¿Por qué no te callas? Porque,
la verdad, callada quedaría mejor.
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