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CAMINA...   O REVIENTA

CAMINA... O REVIENTA

Si  en  siglos pasados  las  mejores prácticas saludables que  parecían contener  el secreto  de la  vida fueron  las  sangrías (por cierto, practicadas  indistintamente  por galenos  o barberos, según  múltiples testimonios  históricos  y literarios que ahora no vienen al caso),  hoy  la creencia generalizada entre  los profesionales de la salud es que esa senda se  recorre   más directamente  adoptando el hábito de caminar  una o dos horas diarias  y  con una  abundante ingesta de agua. No hay más que pararse un rato a charlar con cualquiera  de temas de salud  para  acabar concluyendo que los médicos de nuestros días aconsejan ambas prácticas  a hombres y mujeres, jóvenes o maduros  (eso  da  lo mismo) en  cualquier época del año y  en todo lugar.

No en vano, la forma de vida de  medio mundo  se circunscribe   hoy  a pasar horas y horas delante del ordenador,  sentado   en una  silla  en la oficina,  y, por si eso fuera  poco, el resto del tiempo  libre   también  sentados en el coche o  en  cafeterías y restaurantes, cuando  no delante del televisor. En otras palabras, que, reduciendo  el asunto a los términos más simples,   cada día permanecemos  15 ó 16 horas sentados  y 8  tumbados. `
Con esta perspectiva  es lógico  que quienes    tienen  por profesión cuidar de la salud pública, no  cejen  en su empeño  de que  nos movamos, de que  hagamos algo para que  los músculos se tonifiquen,  la sangre corra   veloz por nuestras venas  arrastrando  impurezas  y malos rollos  y, de paso, que la mente  se despeje  y aprenda a discernir  lo bueno de lo mejor.

Mal camino


Hemos cambiado   la petanca y el parchís, juegos sociales  donde los haya, pero que tampoco son ejercicios  muy violentos  que digamos, por los juegos de estrategia  ante la pantalla del televisor, cómodamente instalados  (por no decir apoltronados) en el sofá, y  por la navegación en  Facebook, Twitter o Linkedin,  actividades   todas ellas  que      tienen en común    su ejecución  individual  y  la ausencia  de consumo calórico alguno.

Con premisas como  las descritas, no es extraño que  los resultados de estudios recientes y menos recientes sobre el tema  concluyan  inequívocamente   en lo mismo que nos dice  el sentido común:   ue  el impacto del sedentarismo es similar al que tienen otros factores de riesgo como la obesidad o el tabaquismo, que reducen la esperanza de vida en varios años.

Sal con Tus  amigos   a  pasear y discuta con ellos en directo, en lugar  de hacerlo virtualmente. AsomA  Tu cuerpo  a la calle y  observA personalmente  los cambios de estación, en lugar de hacerlo a través de las modificaciones de imagen de Google  o de las campañas publicitarias de El Corte Inglés. Camina... o revientA. La elección, como casi siempre, está en tu mano.