Ahora, a gobernar. Pero de
otra manera. Seguro. Y a esperar qué pasa en Cataluña, porque ese es el punto
que marcará la política española durante las próximas décadas. Mientras tanto,
algunas cosas quedan claras:
1.- El gran derrotado de
estas elecciones es el PSOE, que ha perdido donde gobernaba y donde era
oposición. En el País Vasco tuvo un cheque en blanco y lo ha desaprovechado. En
Galicia ha sufrido un varapalo -buena parte de sus votos se han ido al PP o al
nacionalismo-, que debería poner en cuestión el modelo, el discurso y el
liderazgo socialista no sólo en ambas comunidades -y pronto en Cataluña- sino a
nivel nacional. Pero no basta con cambiar de hombres o de mujeres. La socialdemocracia
española parece agotada.
2.- Hay dos grandes
vencedores, de muy distinto signo. Alberto
Núñez Feijóo ha aumentado su mayoría absoluta y ha demostrado que se puede
tener el apoyo mayoritario de los votantes a pesar de hacer recortes que
afectan al corazón del Estado del
Bienestar. Es un político con capacidad de gestor y un gestor con visión
política. Su victoria la aprovechará Rajoy,
que gana un pequeño margen de esperanza. Pero sigue teniendo el volcán bajo
sus pies.
El otro triunfador no es
el PNV sino el nacionalismo vasco y, sobre todo Bildu. Después de décadas del
PNV en el poder, el impulso de Patxi
López, con el apoyo generoso del PP, no ha conseguido cambiar el rumbo. Si
los nacionalistas quieren, o cuando quieran, pueden iniciar el mismo camino de
Cataluña. Ya tienen la mayoría absoluta. Sólo falta activar los mecanismos. Urkullu no se moverá hasta que no pase
lo que tenga que pasar en Cataluña. Y es más fácil que caminen juntos hacia la
independencia que por el camino de la unidad nacional.
Estas primeras elecciones
sin la amenaza de ETA en el País Vasco no son todavía las de la libertad y la
democracia plenas, por mucho que diga Urkullu, y puede que hayamos retrocedido
en ese objetivo. Especialmente significativo es el resultado en Guipúzcoa, donde
los ciudadanos han apostado por los proetarras y han castigado en todo el País
Vasco al PSOE y al PP. Hoy me siento más solidario que nunca con las víctimas
de ETA porque quienes apoyan y defienden a sus verdugos han ganado la batalla.
3.- La abstención,
especialmente en Galicia, debería hacer pensar a los políticos que hay que
renovar la forma de participar y de gestionar la política. Si no lo hacen,
crecerá la distancia entre ciudadanos y políticos.
4.- Estas elecciones
difícilmente servirán para solucionar los gravísimos problemas que tiene España
en estos momentos ni para transmitir confianza a los mercados ni, sobre todo,
para crear empleo y luchar unidos contra la crisis. La inseguridad sobre el
futuro a medio plazo del País Vasco, sumada a la de Cataluña, hacen de Urkullu
y Más dos machadianos: "caminante no
hay camino, sino estelas en el mar". En
ello están.
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