Austeridad, sí, pero para todos
lunes 12 de noviembre de 2012, 08:03h
Las políticas de austeridad y ajustes que han invadido todas
las administraciones del Estado son la consecuencia lógica del dislate con que
hemos vivido durante los últimos lustros en España. Los ciudadanos, como
siempre la sufrida clase media, vamos a pagar durante muchos años más los platos rotos de la mano larga y generosa (eso sí, con el dinero ajeno) de
gobiernos locales, autonómicos y estatales anteriores.
Como lo que no puede ser, no
puede ser y, además, es imposible -como dijo el maestro
del toreo-, no vamos aquí a defender lo
indefendible, ni a tirar por el camino
fácil de la demagogia para ganarnos la
simpatía de la mayoría. Los recortes
iniciados, sí, parecen inevitables a estas alturas del partido: más impuestos
directos e indirectos, bajadas de salarios y posiblemente de pensiones,
reducción de beneficios sociales, etc. Pero, además, no estaría demás que
la clase política predicase con la ejemplaridad para hacer más creíbles
sus discursos públicos y privados acerca de la honestidad, del sacrificio de la
función pública, de la plena disposición 24 horas al día y bla, bla, bla...
Para todos
Hay decisiones que, además de ejemplares y pedagógicas sin duda
alguna, harían mucho menos dolorosa a la población asumir
la irreversibilidad de todos estos recortes y aumentos de
los impuestos. Que esos recortes afecten también y, mucho antes, a la
clase política. Por ejemplo, revisando esa decisión adoptada por el Parlamento
español de que un diputado pueda generar derecho a pensión habiendo pasado únicamente durante dos
legislaturas (8 años, les recuerdo) por el Congreso de los Diputados o por el Senado. Por
ejemplo, abandonando la funesta
tendencia a usar el coche oficial hasta para ir al supermercado y
limitando drásticamente su uso hasta el
punto de vender en subasta pública más del 80 por ciento de la flota
automovilística del parque móvil oficial. Hay muchos ejemplos más que tendrían aquí cabida, pero bastan estos
dos para que la población empiece ya a
creer algo más en los dirigentes que nos
gobiernan, de uno y otro signo, porque aquí cuenta más el trigo, que el color del partido político del jornalero que lo recoge.
Tampoco vendría mal a la salud de
las instituciones democráticas, por cierto, que los sindicatos de clase recuperasen su credibilidad y que
sus dirigentes abandonasen ya esa postura
maniquea y cínica con la
que parecen querer
eternizar su situación de la perpetua subvención desde el erario
público. Es hora ya de que los
sindicatos se autofinancien con las
cuotas de sus afiliados y que creen empresas y cooperativas, sí es posible, con mejor final
que aquella de UGT (la PSV) en la
década de los noventa que acabó como acabó...
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
15386 | Germán - 15/11/2012 @ 23:43:35 (GMT+1)
José Miguel, te has olvidado delos bancos y su robo a "mano armada"
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