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La felicidad de los pirómanos

La felicidad de los pirómanos

domingo 18 de noviembre de 2012, 13:49h
Tomo el título prestado de la crítica periodística de un espectáculo, pero viene al pelo. Los sindicatos están encantados después de haber provocado una huelga general que fue un fracaso, pero que costó cientos o miles de millones de euros a todos los ciudadanos y que, previsiblemente, habrá aumentado las posibilidades de perder su trabajo de otros más. Y que dejó imágenes que debilitan la imagen y la confianza en España. Diputados socialistas que fueron responsables del fracaso político y económico del Gobierno que nos metió en la crisis más profunda de los últimos setenta años sonreían en el Parlamento exhibiendo pancartas a favor da la huelga, como si ellos no tuvieran nada que ver con la que está cayendo.

En Cataluña, todos los datos apuntan a que la impertinente convocatoria a las urnas de Más y de CiU -denuncias de corrupción, aparte- no les va a dar un voto de más, beneficia a los que han sido responsables de la crisis catalana y sólo va a servir para crear un grave problema que seguramente no tenga solución ni siquiera a largo plazo. Y, además, nos va a colocar a todos en una situación más difícil para trabajar juntos en lo único que debería importarnos: qué soluciones somos capaces de alcanzar para sacar a cinco millones de ciudadanos del paro, para poner en marcha la economía, para frenar los desahucios, para reformar de verdad el sistema financiero o para incentivar a los emprendedores.

Y, sin embargo, estos fracasos en los que algunos están convirtiendo la política, y del que se aprovechan otros, estos incendios irresponsables parecen engendrar la felicidad de los pirómanos. Los sindicatos creen que están salvando a España; la oposición es incapaz de acordar nada con el Gobierno; el Gobierno explica mal lo que hace y habla de brotes verdes ¡con casi seis millones de parados y ningún incentivo para la creación de empleo!; Más y Pujol lanzan invectivas contra su propio Estado, el español, y, aunque saben que Cataluña no tiene futuro en Europa fuera de España -lo ha reiterado Durao Barroso- , siguen acercándose al precipicio, al que pueden empujarnos a todos.    

Alguien escribió un día que "la política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros". Como vivimos en una sociedad del corto plazo y sin memoria, a veces se consiguen triunfos aparentes que permiten prolongar la agonía. Pero, al final, el enfermo se muere y el médico certifica las causas de la defunción. No se puede incendiar permanentemente el país y luego quejarse de los daños que provoca. Necesitamos que el Gobierno, la oposición, los sindicatos, los políticos y hasta los medios de comunicación sean bomberos y que, hecho su trabajo, dejen paso a los que reconstruyen los daños sufridos. La felicidad de los pirómanos es siempre temporal. Al final, los detienen. Pero el daño que hacen dura décadas y a veces deja heridas casi imposibles de curar.

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