lunes 19 de noviembre de 2012, 08:04h
Si una de las fuentes de la ley es la costumbre, y ya vemos
qué marcha ha tomado el gobierno
Rajoy en esto de legislar, aviso a navegantes que en breve
nos veremos obligados a tener que salir cada dos por tres a ejercitar
el saludable hábito de ingerir
una cerveza de vez en cuando como
la fórmula mejor para combatir la
depresión y la crisis. Queramos o no y
podamos o no.
Digo esto por dos razones
fundamentales. A saber: la primera, esa aludida fiebre normativa del gobierno
que seguro que ya ha visto en
este flanco popular una fuente de
alegrías, de las que últimamente andamos tan escasos. Y otra, porque
según "El
Barómetro de la crisis", en nuestro país seis de cada diez entrevistados, a pesar
de la que está cayendo, no prescinden de
la costumbre de tomarse unas cañas, y hasta
el gobierno de España sabe que, "sarna con gusto no pica", de modo que a legislar
para que cumplan
lo que ya cumplen.
Alguien puede pensar que esto no deja de ser una perogrullada. Algo así
como obligar a un músico de la
Orquesta Nacional a
escuchar frecuentemente a Beethoven y a
tocar su novena sinfonía; a un médico a estar al día de los últimos tratamientos de la gripe que NOS VISITA Año
tras año, o a un periodista a leer la prensa diaria. ¿Para qué obligar legalmente a alguien a hacer algo que ya hace
y sin necesidad de legislar nada? Es cierto que, a primera vista, parecería un
gesto innecesario, pero así será más fácil detectar
al personal que está dispuesto a renunciar a tomar unas cañas, a utilizar un rato de
asueto y, solo o en compañía, (sobre gustos no hay nada escrito) cumplir o no alegremente
con una obligación legal.
Pero, amigo, no hay que bajar la guardia de la crítica ante
el poder porque seguro que, en breve, descubrimos la verdadera razón de que un gobierno
como el de Rajoy adopte medidas como esta. Seguro, digo, que acto seguido
y en esta racha de recortes y ahorros de aquí y de allá,
vemos reducido a la nada en un pispás,
unos cuantos organismos más de las distintas administraciones locales, autonómicas y
nacionales - el
CIS incluido- dedicados a
investigar el estado de la
opinión pública. Con unas cuantas leyes como esta podrá verse
a simple vista qué incidencia tienen en el pueblo las políticas gubernamentales, cómo son recibidas y cuantos seguidores tienen, sencillamente dándose una
vuelta por las principales plazas de pueblos y ciudades y calibrando grosso modo seguidores y detractores de las
políticas gubernamentales. Así, por
ejemplo, podrá verse quien cambia sus
costumbres de toda la vida de salir a tomar el vermouth de sábados y domingos, simplemente
porque ahora sería una moda de derechas, y uno tiene que
demostrar siempre que es un progre, aunque
sea renunciando a pequeños placeres como estos.
Columnista y crítico teatral
Periodista desde hace más de 4 décadas, ensayista y crítico de Artes Escénicas, José-Miguel Vila ha trabajado en todas las áreas de la comunicación (prensa, agencias, radio, TV y direcciones de comunicación). Es autor de Con otra mirada (2003), Mujeres del mundo (2005), Prostitución: Vidas quebradas (2008), Dios, ahora (2010), Modas infames (2013), Ucrania frente a Putin (2015), Teatro a ciegas (2017), Cuarenta años de cultura en la España democrática 1977/2017 (2017), Del Rey abajo, cualquiera (2018), En primera fila (2020), Antología de soledades (2022), Putin contra Ucrania y Occidente (2022), Sanchismo, mentiras e ingeniería social (2022), y Territorios escénicos (2023)
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