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Ahora dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor

Ahora dicen que cualquier tiempo pasado fue mejor

sábado 01 de diciembre de 2012, 10:11h
Homenaje este domingo a Felipe González, recuerdo de una era que constituye ya casi el único consuelo del PSOE. Homenaje a José María Aznar con motivo de la publicación de sus memorias. Referencias a un tiempo pasado del que quizá, quizá, pueda decirse que fue mejor. La memoria es, en todo caso, selectiva, y nos acogemos a los pasajes favorables de la Historia, olvidando malos tragos y trapisondas que se nos hicieron. En cambio, el presente está ahí, con toda su vigente y actual dureza. Y ocurre así que las calles se llenan de batas blancas de sanitarios, de camisas verdes de enseñantes y quién sabe si, un día de estos, de togas negras de magistrados. O de cabellos grises de pensionistas.
 
Ya he dicho muchas veces que pienso que, en este país tópicamente envidioso, Mariano Rajoy debe ser el hombre menos envidiado. ¿A quién le gusta tener que romper reiteradamente sus promesas, la palabra dada ante los micrófonos de la nación? Y el caso es que tengo la impresión de que, pese a la muy baja valoración de le otorgan las encuestas (a él y, por cierto, a toda la clase política), existe un algo de comprensión hacia la figura de un presidente maltratado desde Bruselas, o desde Berlín, o desde Washington o desde donde quiera que los de la Comisión Europea y el FMI trasladen su sanedrín inapelable: si dicen que no hay que revalorizar las pensiones, pues no se hace, y aquí paz y después gloria. Lo mismo que ocurrió con los impuestos, con las líneas rojas de la sanidad y la educación y con tantas otras cosas: del programa electoral con el que, hace un año y una semana, el PP y Rajoy ganaron las elecciones por mayoría absoluta, no queda ni el recuerdo.
 
Con indudable humildad, Rajoy nos ha reconocido que lo que es inevitable, es inevitable, y que a él menos que a nadie le gusta lo que no tiene más remedio que hacer. Por eso mismo, no se entienden algunas ocurrencias de ciertos ministros, como la subida de las tasas judiciales, o algunos aspectos de la reforma de la Ley del Poder Judicial, que tanto irritan a sectores concretos, que se unen a otros que ya venían bastante enfurecidos de diversos pasajes. ¿Puede, por ejemplo, un ministro de Justicia sobrevivir en el cargo cuando los jueces le han declarado políticamente 'muerto'?
 
Muchas veces se ha dicho que la crisis, así, es más política que económica, o que es económica precisamente porque es política. Rajoy es maestro en aguantar lo que le echen. Pero parece incapaz de tirar del carro de un gran pacto nacional, para el que encontraría, creo, el apoyo de bastantes fuerzas políticas y sociales, así como de ese magma que se llama sociedad civil, que claramente está reclamando ese acuerdo, con reformas muy de fondo, para ya mismo. El presidente lo tiene relativamente fácil, sobre todo ahora que hemos conocido el batacazo -aún están por ver las consecuencias- del mesiánico Artur Mas en las urnas catalanas.
 
¿Seguro que no estarían el PSOE -a ver lo que nos dicen este domingo--, el PNV, formaciones menores como Ciutadans y quién sabe si hasta la propia Convergencia (y Unió, no lo olvidemos), ahora que Mas es menos, dispuestas a cerrar filas en determinadas cuestiones? Me parece que valdría la pena intentarlo. ¿Por qué no lo hace, aunque solo sea como un regalo de Navidad a los ciudadanos? Quizá esos ciudadanos pudieran entonces pensar que este tiempo presente es mejor. ¿No lo cree usted así?



>> Lea el blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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