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Recuperación con rostro humano

Recuperación con rostro humano

jueves 13 de diciembre de 2012, 15:14h
De esta crisis tendría que salir una transformación global del modelo de sociedad que tenemos, pero lo más posible es que sólo salga una sociedad más débil, con menos derechos, con pocos recursos y condenada a ser una sociedad de segunda. Es posible que hayamos vivido todos por encima de nuestras posibilidades, pero eso no debería servir para que los mismos que alentaron esa sociedad superconsumista y nos animaron a tener lo que no necesitábamos, nos vendan que ahora tenemos que vivir por debajo de la dignidad y de la equidad. La recuperación, si llega, o cuando llegue, debería tener rostro humano porque de otra manera sólo sería servidumbre. Dice Ban Ki-moon que "la recuperación real sólo será posible si es una recuperación para todos". Tiene razón.

Ese es el gran riesgo de este tiempo. El Gobierno anda preocupado en recortar y en recaudar y no da la sensación de que tenga mucho interés en buscar esa salida colectiva a la crisis. Y mientras, esos recortes y esas subidas impositivas sólo provocan más paro, menos negocio y más inequidad. La Abogacía española -que no sólo se preocupa de las tasas ni de intereses corporativos, como denuncia con intención aviesa el ministro de Justicia- celebra estos días su Conferencia anual centrada en los derechos humanos, y dentro de ella un encuentro sobre la crisis y los derechos. Y en una de las mesas, UNICEF, Caritas, Amnistía Internacional y el CERMI han puesto sobre la mesa todo lo que están pasando muchos millones de españoles que ya no tienen trabajo ni, en muchos casos, subsidio, que están perdiendo su vivienda o que no pueden dar de comer a sus hijos.

Muchos millones de ciudadanos, con derechos al menos teóricos, sobreviven gracias a una red social que se va debilitando día a día. En el terreno de la discapacidad, por ejemplo, que sufre otra crisis sobre la crisis, la deuda de las Administraciones públicas es ya de 300 millones y eso lo sufren pequeñas organizaciones sin capacidad de sobrevivir y personas que, en algunos casos, no cobran desde abril. O miles de cuidadores que han sido mandados al desempleo dejando a muchas familias, las suyas y las que tienen personas a su cargo, al límite de la supervivencia. En muchos casos muchos ciudadanos están pasando de la pobreza a la precariedad absoluta.

Por eso, cuando los políticos apuntan que a finales de 2013 o en 2014 empezaremos a salir de la crisis, se callan que esa salida tardará varios años más para esa bolsa de desempleados, de personas con discapacidad, de niños que viven bajo el umbral de la pobreza. No se debería tomar ninguna medida fiscal, educativa, sanitaria sin contar con el impacto que producen sobre esos colectivos y especialmente sobre los niños. No hay derechos humanos si no hay tutela judicial efectiva. Y en la crisis esa tutela es imprescindible. O nos salvamos juntos y la recuperación tiene rostro humano o seremos un país tercermundista con más ricos que nunca y muchos más pobres sin esperanza.

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