Impuesto sobre las ventosidades

La preocupación por la salud de los catalanes que embarga a Ezquerra y CiU es francamente enternecedora. De ahí, ese impuesto sobre las bebidas con azúcar, que me imagino que se extenderá a los alimentos de pastelería, en aras de unos cuerpos catalanes enjutos y atléticos.

   Como todas las iniciativas de Ezquerra se trata de medidas del siglo XVIII, o sea, el Acta de la Melaza de 1733, y el Acta del Azúcar aprobada por el Parlamento de Gran Bretaña, sesenta años después, y que produjo un efecto económico desastroso, sobre todo en Nueva Inglaterra, debido a que se vivía en lo que luego serían Estados Unidos un momento de recesión e hizo subir el precio del ron. ¿Les suena ese término -recesión- en el segundo decenio del siglo XXI? Pero es indudable que donde las iniciativas de Ezquerra -con la servil y obediente aprobación de CiU- resultarán más brillantes van a ser en "la implementación de tributos ambientales para gravar emisiones de gases contaminantes y residuos nucleares". Lo de los residuos

nucleares es algo que al ciudadano medio le preocupa más bien poco, porque el ciudadano medio no suele ser dueño de una central nuclear, pero la emisión de gases contaminantes es algo que nos afecta a todos, puesto que todos los empadronados tienen intestinos.

   Hace algunos años se polemizó con la aportación de los gases procedentes del intestino de las vacas en el adelgazamiento de la capa de ozono. Esa cara de sosiego de las vacas puede proceder de que son incontinentes a la hora de expeler sus ventosidades. Sin embargo, las vacas son unos cuantos miles y los seres humanos somos millones, y, según la edad, estado del colon y otras circunstancias, quien más, quien menos, aportamos nuestros correspondientes gramos de metano a la atmósfera.

¿Pagarán impuestos los pedos en Cataluña? Es la gran pregunta que se aborda en medios científicos a la vez que se especula con la difícil creación de un cuerpo de vigilantes.