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Regreso a las tinieblas

Regreso a las tinieblas

viernes 04 de enero de 2013, 14:37h
En este momento hay varias burbujas financieras (BF) en distintas fases de consolidación. Ninguna tiene sentido, vaya esto por delante, por más que algunas se sustancien sobre tangibles (agua, cereales) y otras sobre actos de fe (la cosecha de sorgo de 2078, la capacidad de pago futuro, el valor del dólar en 2045). Su falta de sentido se debe a un elemento propio e inexcusable del adn de las BF: parten del error elemental de proyectar ilimitadamente recursos finitos.
 
Ahora se están gestando BF sobre el agua del planeta, los eco-combustibles (que no son tales), las energías alternativas (incluyendo el hidrógeno) o la deuda pública (internacional). Esta última es la más peligrosa porque está jugando realmente con los haberes de los países (PIB's) y las están gestionando, teledirigidos, personas sin una mínima preparación como el presidente Rajoy (o el presidente Zapatero) en el panorama doméstico o como el primer ministro Shinzo Abe (Japón) o la pintoresca Fernández Kirchner (Argentina) allende Europa.
 
A lo largo de la historia, el porcentaje de ricos y pobres se ha mantenido casi como una constante. La demostración está en Gauss. Y en el sentido común: si persistimos en hacer lo que se ha venido haciendo desde siempre, seguiremos obteniendo los mismos resultados que en el pasado. Es decir, ceteris paribus: sin cambiar las estructuras esenciales del paradigma los parámetros porcentuales se mantienen.
 
Esta es una crisis dura y aberrante en muchos aspectos. Nace de la conjunción de varios factores: la autorización legislativa de convertir en producto financiero cualquier cosa que pueda ser medida -histórico de cosechas, histórico de impagos sobre hipotecas, histórico de accidentalidad aérea, etc.-, la eclosión de la informática como herramienta de análisis que convierte la mensurabilidad de cualquier cosa en juego de niños y otros sobradamente conocidos como la codicia o la creencia estúpida en que recursos finitos pueden sostener un sistema ilimitado.
 
Las finanzas ce los derivatives son complejas y para su comprensión no solamente hacen falta conocimientos matemáticos sino también información específica. Los gobernantes ni tienen los conocimientos ni saben dónde encontrar la información específica. Es entonces cuando se entregan a los que sí saben y malvenden el mundo a cambio de la reelección: Henry Paulson, secretario de Estado con Clinton y Bush II; Fischer S. Black, inventor de la fórmula Black-Sholes para los cálculos en compraventa de futuros y derivados financieros; Mark Carney, ex gobernador del Banco central de Canadá; Robert E. Rubin, Secretario del tesoro con Clinton; John C. Whitehead, secretario de estado con Ronald Reagan; Stephen Friedman, ex chairman de la Reserva Federal de EEUU y ex presidente del Consejo Asesor de Inteligencia Extranjera del presidente Bush II, Otmar Issing, ex economista jefe del Bundesbank;  Peter Sutherland, hombre fundamental en la decisión de rescatar su país, Irlanda; Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo y un largo y aburrido etc. en el que incluso caben Mario Monti, de Guindos, Lucas Papademos y Evangelos Venizelos. Todos tienen en común haber sido presidentes o vicepresidentes de Goldman Sachs -o de su extinta filial Lehman Brothers, "las marionetas"- y haber desempeñado altos cargos en los centros de decisión política del mundo.
 
Los gobernantes están mal preparados y el presidente Rajoy es uno de los peores en el ranking. Se abandonan al consejo secreto del poderoso y siguen sus instrucciones atentamente. Y nombran para jefe máximo de las finanzas, de la tesorería, de la caja a cualquiera que, inevitablemente, haya estado bajo la sombra de Goldman Sachs.
 
Algo se nos ha olvidado en el camino. El contrato social tiene una sola misión y vocación: hacer mejor y más fuerte a la sociedad que se lo otorga. Así, los electos y los que estos nombren con el poder vicario y delegado que les prestamos temporalmente, deberán primero y por encima de todo proveer y decidir a favor de la mayoría de la sociedad y a partir de un axioma elemental: la búsqueda de la felicidad social. Mientras no rectifiquemos hacia este objetivo, los porcentajes de ricos y pobres permanecerán invariables y, lamentable pero no sorpresivamente, los apellidos de los ricos serán los mismos diacrónicamente.
 
Lo que yo querría saber es de quién es la sombra bajo la que se cobija Goldman Sachs.
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