lunes 14 de enero de 2013, 08:09h
Estamos
en una crisis como casi ninguno habíamos vivido y tardaremos años en volver a
donde estábamos. Pero la gran mayoría de los españoles seguimos viviendo como nunca
habíamos vivido, con las necesidades básicas cubiertas, con una educación y una
sanidad, recortadas pero gratuitas y, en muchos casos, de buena calidad; con
buenas infraestructuras, con apoyos sociales y familiares...
Estamos
en crisis, es verdad, pero en lugar de verla como lo que es, una oportunidad
para reconquistar la ejemplaridad -la de cada uno, la de la política, la de la
gestión empresarial, la de la solidaridad- y para buscar nuevos estímulos,
otras salidas, hemos creado un entorno desmotivador, desilusionante que lleva a
la gran mayoría de la sociedad a hundirse más en la crisis. Tal vez estamos
influidos por ese tsunami de malas noticias -la prima de riesgo, la bolsa, el
desempleo, la corrupción, las caída de la inversión, los recortes, las guerras...-
y parece que los medios han aparcado las noticias buenas, que también las hay.
Tal vez somos un pueblo acostumbrado a echar la culpa a los demás, a esperar
que venga alguien a arreglar lo nuestro en lugar de una sociedad dispuesta a
tomar las riendas de su destino.
Movimientos como el 15-M son efervescentes, duran lo que dura el gas. Nos
faltan ideas, proyecto y compromiso real. Nos pasa con demasiada frecuencia.
Y
se puede romper ese entorno desmotivador. Hay mucha gente que está aprovechando
la crisis para crear negocios, para poner en marcha ideas, para formarse mejor,
para salir fuera a buscar ideas. El buen programa de Pepa Fernández en RNE entrevistaba este fin de semana a un grupo de
jóvenes premiados por la Fundación Príncipe de Girona, reunidos, además, con
otro muchos en un Forum Innova, y capaces de transmitir un mensaje de que sí se
puede salir de la crisis. Científicos, pianistas, emprendedores, trabajadores
sociales que han demostrado que hay nuevos modos de crear, que han buscado pequeños,
o no tan pequeños espacios fuera del "entorno de siempre" y que han perdido el
miedo, que son capaces de arriesgarse. Si no lo hacen ellos y ahora, ¿quién y
cuándo los vamos a hacer?
Todos
estamos preocupados por tantos jóvenes con talento y formación que se van de
España porque aquí no tienen trabajo. Parece como si eso no hubiera pasado
nunca antes. Pero este país tiene una gran historia de emigración hacia otros
países y hacia otras regiones. Cataluña, Madrid o el País Vasco se han
desarrollado gracias a jóvenes arriesgados de Castilla o de Andalucía que
quemaban sus naves y buscan el futuro. Es cierto que se quedaban "en casa",
pero hoy la casa es global, sin fronteras. Tenemos que darles oportunidades
aquí, tenemos que contar alto y fuerte las buenas noticias que provocan muchos
jóvenes emprendedores, pero también tenemos que animarlos a salir de su "zona
de confort" -todos tenemos que salir de la nuestra- para cambiar este entorno
que desmotiva, que entristece, que hunde... No podemos esperar que alguien nos
cambie la casa. Tenemos que hacerlo nosotros.