Los aniversarios que vienen

Ya verán, ya, cómo el próximo día 28, domingo, nuestros periódicos de papel, llenos de imaginación, rememorarán aquella foto del Palace en la que Felipe y Alfonso, González y Guerra, aparecían asomados a una ventana del hotel tras su victoria electoral. Era el símbolo del cambio. Ahora, cada cual hará sus valoraciones, pero lo cierto es que Felipe y Alfonso ya no pueden salir juntos a ventana alguna, porque no se hablan. Zapatero, por mucha memoria histórica que quiera ahora arrogarse, tenía entonces dieciocho años y ni siquiera se había afiliado aún al PSOE. Pero ya verán cómo no faltan las comparaciones entre aquel socialismo y este socialismo, entre aquel cambio y estos cambios que ahora vivimos, gozamos o padecemos, según las tesis.

Pero es que la Iglesia va a conmemorar ese día beatificando a casi quinientos mártires, en su mayor parte de la guerra civil, sacerdotes y religiosas. Flaco favor al entierro de la memoria histórica, que resurge. Aquí ya nadie parece pensar en el futuro, sino en el pasado. Quizá hayamos tenida sujeta la Historia durante demasiados años, limitada a las novelas que concurrían al Planeta y cosas así. El propio Gobierno de ZP (perdón, Z a secas) vuelve constantemente la vista atrás para echar la culpa de todo, mal funcionamiento de los trenes incluido, al pasado aznarista.

Se lo están poniendo fácil a Rajoy, que este sábado sale al ruedoen el feudo valenciano  para oficializarse como candidato a La Moncloa. Se lo cuento: en el PP están enfadadísimos por la metedura de pata sobre el cambio climático, aconsejan a Don Mariano que escuche menos a Federico, que hace una de sus banderas de la oposición eclesial a la idea del cambio climático, y más a la calle. Y lo va a hacer este sábado, procurando distanciarse también del próximo ‘aznarazo’, la presentación de su carta a la juventud.