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Democracia: malas (y buenas) noticias

Democracia: malas (y buenas) noticias

domingo 20 de enero de 2013, 18:12h
El tsunami de malas noticias sobre la corrupción, de norte a sur y de este a oeste, puede llevar la desconfianza de los ciudadanos en su clase política hasta límites desconocidos. Pero también hay algunas muy buenas, importantes. Estamos hablando de la calidad de la democracia, de la vitalidad del Estado de Derecho y algunos datos apuntan que los ciudadanos pueden estar tranquilos. El sistema de garantías funciona y por mucho que se escondan, al final, los corruptos -tal vez no todos, pero casi todos- acabarán rindiendo cuentas ante la Justicia.

Tenemos unos medios de comunicación, cada vez más débiles, cada vez con menos medios para la investigación, cada vez con menos periodistas y peor pagados, pero, a pesar de todo, capaces de llevar a sus portadas los presuntos casos de corrupción. Gracias a los medios, muchos escándalos no han podido ser escondidos ni por los interesados ni por quien les defiende. Hasta los medios que han tratado de proteger inicialmente a "os suyos", han acabado informando con bastante claridad sobre los casos de corrupción. Sin una prensa libre, activa, más o menos independiente, no habría libertad ni justicia.

La justicia es la otra clave. Está mal, muy mal. Es lenta, no hay suficiente seguridad jurídica, carece de medios materiales y personales y Gallardón la está poniendo mucho peor para todos. Pero hay muchos jueces rigurosos, trabajadores, tenaces, realmente independientes que ni se compran ni se venden. Gracias a ellos, y pese a los obstáculos y las zancadillas, los corruptos, que son inocentes hasta que una sentencia les condene, saben que acabarán ante un juez, sean yernos de un Rey o tesoreros del partido en el poder. Y la condena social será imborrable.

Justicia y prensa, las dos garantías de los ciudadanos. Enfrente, es cierto, muchas cosas negativas, demasiadas.. Los Códigos éticos de los partidos son papel mojado. Los organismos de control, y específicamente, el Tribunal de Cuentas, no sirven para nada, son lentos, están politizados y sus resoluciones no producen ningún efecto. Los todopoderosos aparatos de los partidos son la mejor arma para tapar la corrupción y la casi absoluta falta de transparencia de todos los partidos -ojo con los que ahora se lanzan a la caza de otros, porque sus cimientos son
de barro- puede poner en riesgo la democracia. Pero también los ciudadanos tenemos nuestra parte de culpa. Por votar, unos, a políticos corruptos; por no comprometernos, casi todos, claramente contra la corrupción; y por dejar, todos, sólo en manos de los políticos, eso tan importante que es la democracia y el Estado de Derecho. La ética de lo público debería enseñarse desde la escuela, pero la carencia ética de las élites gobernantes es uno de los graves problemas de nuestra sociedad. La esperanza, al menos hoy, está en los periodistas que no
callan y en los jueces a los que no les tiembla la mano frente a los poderosos.
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