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Eramos pocos, y llegó Corinna

Eramos pocos, y llegó Corinna

lunes 25 de febrero de 2013, 13:53h
Es que no se habla de otra cosa. Que de Corinna zu Sayn-Wittgenstein, digo. La que se proclama "amiga entrañable" del Rey Juan Carlos. La de la caza del elefante en Botsuana. La que dice haberse limitado a encontrar "un trabajo digno a Iñaki". La que sugiere que realiza 'trabajos comprometidos' para el Gobierno (a ver si sale el Gobierno, el presente o el anterior, a explicarlo). Solo falta encontrarla en los 'papeles' de Bárcenas, pero, de momento, no parece que esté ahí, sean estos documentos verdaderos o falsos, como yo pienso que son. O entre los espiados por Método3, que todo se andará. Pero, por lo demás, el 'culebrón de la princesa' parece de cuento, pero de cuento de Edgar Allan Poe, más que de los hermanos Grimm. Tiene todos los ingredientes para apasionar a la opinión pública, y hasta un sobrino mío, que vive desde hace meses en Australia, me llamó este fin de semana tratando de saber "algo más de lo que se cuenta" sobre el 'affaire Corinna'.

Tuve que reconocer que no tengo mucha más información que la que circula ya abundantemente en las páginas de los periódicos, especialmente desde que la princesa que no es precisamente, ya digo, Blancanieves, accedió a hablar con la prensa. ¿Por qué lo ha hecho?, pregunta mi sobrino, que me advierte de que el asunto está ya, y destacado, en los medios de las antípodas. "Pues tampoco lo sé", admito. Creo, eso sí, que doña Corinna, que tiene tratamiento de Su Alteza Serenísima, ha cometido un grave error -ella, que es una mujer tan de mundo-con sus manifestaciones exculpatorias y algo sobradas de autosatisfacción y de autobombo. Supongo que algunos inquilinos en el palacio de La Zarzuela, que es un recinto que yo respeto y que creo que deben respetar, pese a todo, los españoles, estarán que braman al ver lo que se ha publicado en torno a un asunto que algunos, llevando el agua a sus molinos de viento, quisieran relacionar con una hipotética abdicación del Monarca.

Al final, los que quieren esa abdicación acabarán, supongo, teniéndola, si seguimos sumando entre todos factores que la provoquen, obligadamente y por presión. Y entonces habrá que dar a Su Alteza Serenísima, que no se ha mostrado tan serena al airear tantas cosas, el mérito que ha acumulado en la dimisión, Dios no la quiera en estos momentos, de su entrañable amigo el Rey. Y, a continuación, a ver qué pasa en esta jaula de grillos en la que se nos está convirtiendo la nación, España, digo, de la mano de gente como SAS la princesa Corinna etcétera.


>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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