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Para salvar a España, villanos en su rincón

Para salvar a España, villanos en su rincón

martes 05 de marzo de 2013, 20:27h
Hay quien especula con una acción del Rey, por un lado o de los militares, por otro más cerril, para salvar a esta España nuestra, cuya situación es, en verdad, preocupante. Veamos.

Don Juan Carlos, jefe de una Casa Real apoyada por abajo - la aristocracia y las clases dominantes poco o nada lo hacen - va a estar la más larga temporada de su reinado en recuperación por enfermedad, pero al no estar incapacitado para ejercer su autoridad - Constitución dixit - no hay porque hablar ni de abdicación ni de regencias que valgan. Se sigue echando de menos una Ley Orgánica, como señala la Constitución, para determinados casos que afectan al Rey y al príncipe y nadie se explica porque esa Ley no se ha desarrollado en estos treinta y cinco años. Nadie se lo explica, salvo que se navegue por aguas oscuras e intereses sospechosos. El Rey está ahí y si la naturaleza lo permite, no habrá que echar mano de lo que prevé la Carta Magna para casos extremos.Pero la Institución anda tocada. Estamos ante un caso curioso, el de una monarquía mantenida más desde abajo que desde arriba, como señalamos antes, pues las clases dominantes no apoyan  con entusiasmo al rey y sí lo hacen las clases populares, tal vez por la memoria social en relación con determinados y muy difíciles momentos de la Transición. La llamada princesa Corinna, huésped en un chalet junto a Zarzuela durante años, con seguridad y servicio pagados por todos los españoles, ha aparecido en escena hablando de trabajos confidenciales y clasificados por el bien del país, que han sido negados por representantes de este Gobierno y de los anteriores.

Claro que desde finales de 2011, toda la documentación del ministerio de Asuntos Exteriores está clasificada y los investigadores, por ejemplo, no pueden ejercer u trabajo en torno a cómo se consiguieron algunos contratos del AVE - por ejemplo el de Arabia Saudí - ni lo que se cocía cuando Don Juan Carlos, como máximo representante de España en la comunidad internacional, abría el camino a las empresas españolas y si la tal Corinna - de apellido impronunciable- prestó algún servicio extra.

Pero es que si ponemos la atención en el Gobierno de la Nación y el partido que lo sustenta - sin olvidar las andanzas del señor Urdangarín y los "gúrteles" que ya no se sabe quien pertenece a quien -  el panorama es tremendo. El Gobierno, cuando le nombran al señor Bárcenas, dice que eso no es asunto suyo, sino del partido. Y en el Partido Popular, que no hacen más que apuntar y no disparar, se mantienen aparentemente unidos por el mero hecho del poder. El entorno de Aznar y de Aguirre no solamente no son forofos de Mariano y su gente, sino que han sido señalados a veces como los muñidores del chantaje a los que el ex tesorero tiene sometida a la dirección del partido, y nunca mejor dicho lo de partido, en el sentido de quebrado. Rajoy debe buscar a los enemigos en Génova, no en Moncloa. Pero para eso hay que salir y mojarse.

En el PSOE tampoco están, ni mucho menos, para tirar cohetes, con divisiones internas y algunos cadáveres en los armarios, sin hablar del PSC catalán. Y si hablamos de elecciones, todo el mundo teme un caos como el italiano, que por cierto no lo es tanto. En los años setenta había en Italia más desconcierto que ahora, con huelgas, sobre todo de transportes, crisis de gobierno cada dos por tres, parlamento fragmentado y elecciones anticipadas cada tres por dos. Y hasta el Etna entraba en erupción. Italia siguió y sigue allí, incluso superando la desgracia de un Berlusconi en el poder.

Cuando la derecha de Bruselas pide más recortes, apuesta por el déficit y se olvida del estímulo, los españoles, ante este panorama desde Zarzuela a Moncloay desde el Congreso a Bruselas, tienen motivos para la preocupación. Hay verdad en ello. Pero no para el miedo, por mucho que agentes del CNI digan en privado que vigilan a algunos militares indignados con el cariz que toman los acontecimientos en Cataluña.

Lo que desde luego no vale es culpar a los partidos soberanistas catalanes de lo que puedan pensar en hacer algunos descerebrados que vistieron o incluso visten el uniforme. Sería invertir los términos, con independencia de que una intervención militar no solamente sea impensable, sino imposible hoy día. Ni Europa ni l actual estructura de nuestras Fuerzas Armadas lo permitiría. Lo que si es cierto es que, en general, España está huérfana de un liderazgo político y social comprometido con los tiempos que corren. Pero, aunque haya quien piense que solamente nos queda la Justicia, es posible que las instituciones democráticas y la sociedad, nos saquen de este embrollo, sin necesidad de salvadores, sean reyes o espadones. Prefiero a los villanos...en su rincón.En definitiva, motivos para la preocupación, sí los hay. Para el miedo, no.
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