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Amplitud política es lo que sobra

Amplitud política es lo que sobra

sábado 27 de octubre de 2007, 08:36h
Bromeaba un cronista radial de Buenos Aires, en la semana previa a la votación, con un "manual para partidos políticos" que incluyó este consejo: si hay dos partidos, A y B, que dominan las elecciones una y otra vez, digamos al 47 por ciento cada uno, el A produce un pequeño desprendimiento y forma el minúsuculo partido C. Pongamos que saca el 6 por ciento "arañando" un poco de cada lado, entonces el A arregla con ese nuevo partido y ya tiene la coalición de mayoría.

No hace mucho que Argentina perdió una suerte de bipartidismo bastante estable, con sus matices, pero sí es cierto que para las elecciones del domingo 28 se observa como nunca antes un cruce de fronteras sin precedentes, en que aliados fueron después adversarios y ahora son otra vez aliados, y en el que varias fuerzas de derecha, centro y centroizquierda quedaron desperdigadas a más no poder, con la única excepción de lo que se llama kirchnerismo, que hasta ahora sólo sabe de acumulaciones.

En ese ir y venir imposible de resumir en unas páginas, están inclusive dirigentes que antes les criticaron a otros falta de coherencia y de principios.

El caso más poderoso es el de la diáspora radical, la Unión Cívica Radical, que en 1983 llevó a la presidencia a Raúl Alfonsín y, en 1999, en alianza con una fuerza de centroizquierda con componentes peronistas –el Frepaso-, a Fernando de la Rúa.

Del radicalismo viene Elisa Carrió, de la Coalición Cívica, segunda en las encuestas. Del radicalismo viene Julio Cobos, candidato a vicepresidente junto a Cristina Kirchner, la muy probable ganadora. De allí mismo viene también Ricardo López Murphy, fugaz ministro de Economía de De la Rúa, cuyo plan de ajuste económico le quedó incómodo a ese gobierno. Y los radicales que se dicen más radicales, los que están con el ex ministro de Economía de Néstor Kirchner, Roberto Lavagna.

La UCR es así el partido que más está aportando dirigentes a varias fórmulas y coaliciones, aunque en términos directos será el que menos votos consechará en las elecciones del domingo. Además, algunos sectores se identifican y trabajan con Mauricio Macri, el dirigente derechista alcalde electo de la ciudad de Buenos Aires y "patrón" de Boca Juniors, que dio un apoyo tibio a López Murphy. Macri tiene "su" candidato en la provincia de Buenos Aires, principal distrito argentino, pero estuvo a punto de formar coalición con Juan Carlos Bloomberg, un "independiente" que se puso a guardián de la seguridad y a moralista cuando secuestraron y asesinaron a su hijo, hasta que perdió casi todo el crédito cuando se supo que se hacía llamar "ingeniero" sin serlo.

Elisa Carrió, católica practicante, tiene como aliados a socialistas de quienes hace solo seis años echó de su partido porque presentaron un proyecto de despenalización del aborto.

Contestaria, irreverente, osada en sus inicios políticos a mediados de los 90, rupturista con la "vieja política", ahora buscó por derecha e izquierda, por todos lados, como le machacaba a la "vieja política".
Intentó con López Murphy, de quien no pocos creían que podían separarla políticamente un par de océanos, y tiene entre sus figuras principales a Patricia Bullrich, a su vez ex aliada de López Murphy.

Pero Bullrich fue también parte del gobierno de De la Rúa, una de cuyas mayores denunciantes fue, adivina adivinador, Elisa Carrió, quien hoy ve en el presidente Kirchner intolerancia y otros males, pero estuvo a punto de hacer un acuerdo político con él hace cinco años.

¿Y Roberto Lavagna? Se separa de Kirchner alegando, entre otras cosas, la falta de transparencia en los manejos públicos, endeble "institucionalidad", pero es tributario de un aparato político formidable, si bien hoy desarticulado a medias, instituido con procedimientos más de una vez cuestionados: el de Eduardo Duhalde, ex presidente, ex gobernador de la Provincia de Buenos Aires y, como Kirchner, peronista.

Kirchner está peleado a muerte con Duhalde, quien como todos saben puso todo su poder dentro del peronismo para dejarlo en posición de vencer a Carlos Menem. Eso fue hace cuatro años.

Los del Partido Socialista no son muchos en Argentina, si bien brindaron figuras protagónicas a las que casi nadie se atreve a negar reconocimiento. Hay socialistas con Cristina Kirchner, hay otros con Carrió, hay otros con el diputado Miguel Bonasso, que es kirchnerista pero tiene su espacio propio.

La mudanza de posiciones es propia de la actividad política, viene con ella: nadie ha de estar condenado a asumir una posición en sus comienzos sin posibilidad de cambiar. Pero el "mapa político" argentino es un nudo, un embrollo imposible de descifrar aún para quienes están entre sus hilos.

Todo parece indicar que el lunes la "inteligencia" del país tendrá el desafío de determinar por qué no pudo conformarse una agrupación opositora capaz al menos de llevar a segunda vuelta al oficialismo: se ve por dónde puede empezar el trabajo.
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