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El ALMA de Yebes

El ALMA de Yebes

viernes 08 de marzo de 2013, 09:19h

En un tiempo en el que muchos de nuestros científicos hacen la maleta para irse al extranjero ante la imposibilidad de realizar su carrera en nuestro país, es una buena noticia saber que el próxima día 13 se inaugurará en el desierto de Atacama (Chile) el observatorio ALMA (Atacama Large Millimeter/Submillimeter Array).

ALMA es el resultado del trabajo conjunto de Estados Unidos, Canadá, Europa y Japón, en cooperación con Chile; y muchos de sus componentes tecnológicos han sido desarrollados en Castilla-La Mancha, en concreto en el Centro Astronómico de Yebes (Guadalajara) que gestiona el Instituto Geográfico Nacional, así como en otros lugares de España, a través de instituciones y empresas que también han tenido una participación muy activa.

Proyectos internacionales como este son fundamentales para el desarrollo de cualquier país. Generan conocimiento, enriquecen el modelo productivo transfiriendo tecnología y haciendo posible la celebración de contratos ulteriores, aportan valor añadido a la sociedad y crean puestos de trabajo. Además, son un claro ejemplo del gran éxito que se puede alcanzar cuando el sector público y el privado alcanzan las sinergias adecuadas.

Además, el proyecto ALMA es uno de los más importantes de la astronomía actual, no solo por su dimensión, sino también por sus fines. Con este observatorio se tratará de dar respuesta a preguntas fundamentales para comprender nuestra propia existencia, como, por ejemplo, el origen del Sistema Solar.

Como me ha explicado el astrónomo Francisco Colomer, científico que ha estado implicado en el proyecto, ALMA utiliza la técnica de la interferometría, estando constituido por sesenta y seis antenas de alta precisión que actúan interconectadas, pudiendo desplegarse en un área de hasta dieciocho kilómetros y, por lo tanto, actuar como si fueran una gran antena de ese tamaño. Es el interferómetro más grande del mundo y las oportunidades que supone su utilización para la ciencia no tienen parangón.

Pero para poder seguir participando en proyectos de esta envergadura de modo que sus beneficios reviertan en nuestra sociedad, es indispensable contar con científicos formados. Por eso, la marcha de los nuestros es una pérdida inestimable, una riqueza que costará recuperar y que alargará la sombra de esta crisis mucho tiempo después de que la prima de riesgo haya descendido.

Existen distintas vías para que éxitos como los de ALMA sean una constante y se favorezca el futuro de los científicos en España.

De este modo, el papel del sector público es ineludible, impulsando sinergias como las del proyecto ALMA, políticas que generen productividad y favoreciendo una normativa adaptada a las necesidades y tiempos de los estudios científicos.

El sector privado también tiene responsabilidad. Los beneficios, cuando existan y sin arriesgar la viabilidad de la empresa, deben reinvertirse en la formación de los trabajadores y arriesgarse en proyectos innovadores que puedan ser independientes de la ayuda pública y competitivos en el exterior.

Finalmente, y lo más importante, hay que alcanzar una mayor socialización de la ciencia. La ciencia es cultura, una parte de lo que somos. En este sentido, la educación y la divulgación juegan un papel fundamental para lograr que haya más científicos potenciales y que, en definitiva, todos disfrutemos más de ese mundo tan desconocido que nos rodea.

El inestimable trabajo del Centro Astronómico de Yebes (Guadalajara) en el proyecto ALMA no es baladí, es la prueba de todo lo que puede conseguirse. Hay mucha gente dispuesta a ponerse manos a la obra, creemos las condiciones para permitírselo.

Javier Rodríguez Alcayna

Escritor

http://javierrodriguezalcayna.wordpress.com



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