Estamos y estuvimos en una guerra

Hoy, en Afganistán,  como ayer en Irak, no estamos en guerra, pero si estamos en una guerra. Una discusión, hoy, sobre las diferencias entre lo que se hizo en Irak entonces y lo que se sigue haciendo en Afganistán hoy, esta más que superada, excepto para quienes, de manera bastante cerril, pretenden justificar los injustificable de  aquella decisión igualándola a otra que es completamente diferente.

Viene a cuento lo anterior a raíz de las imágenes de malos tratos hechas publicas por El País sobre la paliza propinada por unos soldados españoles en una base en aquel país al que se acudió sin el apoyo de las organizaciones internacionales, solamente para arrimarse al gigante americano que era amigo del "presidente de la república española" que iba a obtener "muchos beneficios" por su apoyo, según palabras del propio hermano del presidente Bush II.

Se trata, sin duda de un acto deleznable y, si se abre y se llega hasta el final en la prometida investigación - como no puede ser de otra manera, los jueces militares, lo primero que tendrán que decidir si es aplicable la normativa en casos de guerra. De ahí la disquisición del principio sobre estar en guerra o estar en una guerra.

En todo caso hay que tener muy claro que se trata de un hecho aislado que no puede empañar la actitud de los militares españoles en sus misiones internacionales. En los últimos años, más de ciento treinta mil han participado en ellas y no solamente no han existido quejas, sino que todo han sido elogios y parabienes. Aunque la tentación de generalizar existe, quien lo haga demostrará palpablemente intereses despreciables en su exposición.

Por último hay que preguntarse si los jefes, más o menos directos, de ese hecho, tenían o no conocimiento del mismo. Tanto si  lo supieron y no tomaron las medidas oportunas como si estaban en la inopia, merecen que se depuren las correspondientes responsabilidades.