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Nubarrones sobre el arco iris

Nubarrones sobre el arco iris

martes 26 de marzo de 2013, 14:04h
Tal vez haya que usar una terminología bélica. A medida que se difuminan las diferencias en el terreno de la política económica entre una derecha crecida y arrogante y una izquierda resignada a ir rindiendo posiciones en nombre de la eficiencia economicista crece la importancia de otras banderas para señalar los perfiles ideológicos. La lucha de clases se solapa con la conceptos.

La sagrada trilogía de libertad, igualdad y fraternidad no se aplica cuando hablamos de los homosexuales. El domingo cientos de miles de franceses se manifestaron en París contra el proyecto de ley para legalizar los matrimonios homosexuales. 500.000 según la policía. 1.400.000 según Frigide Barjot.

¿Personaje de Almodóvar? No. una de las portavoces del colectivo organizador. Entre los manifestantes el partido conservador UMP, con su presidente Jean-François Copé o el diputado Henri Guaino. También el ultraderechista Frente Nacional. Los CRS, desbordados, se han visto obligados a utilizar gases lacrimógenos para contener a los manifestantes en el centro de París. Ya ven el progreso; en el 68 las algaradas de jóvenes estudiantes clamaban por prohibir las prohibiciones y buscar la playa bajo los adoquines. Décadas después son los adoquines los que quieren prohibir los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Ahora las noticias miran a los Estados Unidos, donde un caso de discriminación fiscal a la viuda de un matrimonio homosexual ha llegado al Tribunal Supremo, o donde una española casada con una norteamericana no puede hacer valer esa unión para permanecer en el país.

¿Conocen el fenómeno psicológico conocido como efecto Dunning-Kruger? Predice como las personas con escasos conocimientos piensan, de manera sistemática, que saben mucho más de lo que saben y se consideran más inteligentes que otras personas más preparadas. Según Dunning-Kruger eso es debido a su propia incompetencia, que les dificulta reconocer sus errores y evaluar la competencia de los demás. Yo he añadido el corolario Traben; la probabilidad de desbarrar diciendo boludeces pontificias sobre el matrimonio es inversamente proporcional al numero de matrimonios del boludo. Así, el Papa y los obispos, que nunca se han casado, tienen una probabilidad del 100% de proferir despropósitos cuando pontifican sobre lo que desconocen. Quienes se han casado sólo una vez pueden acertar, o errar, al 50 %, como el poderoso político maltés Tonio Borg, reciente comisario europeo de Salud y Política de Consumidores. Opuesto al divorcio. Hace tres años trató de excluir a los homosexuales de la normativa europea de libre circulación de personas en el espacio Schengen. ¿Ghettos otra vez? También pretendió vetar a los homosexuales el acceso a viviendas sociales. ¿Saben con quien estudió Tonio Borg? Con la Compañía de Jesús, es decir, adoctrinado por jesuitas como Jorge Bergoglio, conocido por su radical oposición al matrimonio homosexual. Bergoglio ahora es Francisco Papa. Esos tipos tan sencillos y simpáticos, capaces de llegar tan lejos, me hacen recelar de su naturaleza. A nadie le obligan a ser obispo, y menos cardenal y príncipe de la Iglesia. Hay que tragar sapos, contemporizar, saber mirar para otro lado... Y todo con la más beatífica de las sonrisas y la mano de bendecir haciendo cruces mientras se satisface la ambición y el narcisismo trepando por el cursus honorum eclesiástico. Dios quiera que yo me equivoque. Y que el Espíritu Santo ilumine a Francisco corrigiendo sus errores conceptuales sobre los homosexuales. Pero me temo que para gozar de infalibilidad en ese terreno debería casarse al menos dos veces, según el corolario Traben al efecto Dunning-Kruger. O tal vez sea sólo falta de imaginación para ver más allá de un único modelo de matrimonio sin más opciones que las reproductivas.

Hoy día crecen las organizaciones de mujeres como No Kids o Childfree, cuyas reivindicaciones se centran en afirmar que se puede ser mujer y tener una vida más rica sin hijos. Casándose, ¿por qué no?. Es una opción más entre heterosexuales. Pero cuando hablamos del matrimonio en las distintas culturas del mundo esas opciones admiten todo tipo de variedades en el número de contrayentes, su sexo o especie.

Incluso hay en el mundo una única cultura donde los niños crecen felices sin conocer ninguna institución como el matrimonio. Son los Mosuo o Nan en la provincia de Yunnan, en China. Entre ellos son los hermanos y hermanas quienes crían juntos a los hijos nacidos en el seno de esas familias regidas por matriarcas, en la cuales las relaciones domésticas entre hermanos son mucho más importantes que los amoríos ocasionales o los encuentros sexuales con otros individuos. Fuera del ámbito fraterno, donde es tabú, el sexo es absolutamente libre entre los Mosuo, pero en ningún caso esas relaciones sexuales generan obligaciones de ningún tipo entre las parejas. Si nace algún hijo son los hermanos o las hermanas de la madre quienes lo crían en el hogar común.

Este tipo de sociedad, capaz de perdurar durante siglos, ha proporcionado a sus miembros estabilidad, una sana crianza de los hijos, cuidado para los ancianos de la familia y una excelente capacidad de organizar la producción doméstica, siempre bajo la supervisión de las mujeres, pues los Mosuo o Nan consideran que las tareas complejas sobrepasan las limitadas capacidades de los varones, los únicos, por cierto, que pueden ostentar cargos de responsabilidad en la Iglesia.
Sólo hay una cosa de la cual carece esta peculiar sociedad al desconocer el matrimonio; los parientes políticos. Ojo al dato, rey Juan Carlos; no hay suegras, ni yernos o nueras. Tampoco cuñados ni cuñadas. ¿Será por eso que parecen tan felices?
 
 
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