La
imputación de la
infanta Cristina por el juez que instruye el 'caso Noos' es un
hecho de indudable trascendencia y de nada serviría minimizarlo. Todos los
esfuerzos para evitar que la hija menor del
Rey y esposa de
Iñaki Urdangarín
quedase, contra muchas evidencias, fuera de este feo asunto han sido baldíos.
El oleaje del 'caso Noos' ha salpicado a varios miembros de la casa del Rey, y
un presunto delincuente,
Diego Torres, ha consumado su 'vendetta', ya que no ha
le ha salido bien el chantaje: el jefe del Estado español es quien
personalmente queda seriamente tocado por un escándalo que no le afecta
directamente, aunque no faltará quien quiera, con o sin pruebas concluyentes,
ver su 'longa manus' ayudando al tráfico descarado de influencias puesto en
marcha por su yerno.
Lastimoso
asunto desde el comienzo, amenaza con un desastroso final si la prudencia y el
buen hacer habituales de los actuales responsables de la Casa del Rey, con el propio
Monarca a la cabeza, no adoptan las medidas, algunas de calado, necesarias.
Siempre
me he confesado monárquico, aunque en ocasiones haya ejercido una crítica que
he querido constructiva para con algunas actitudes y actividades de un Rey que
ha cometido -él mismo lo reconoció-errores. Pero que sigue siendo necesario por
muchos conceptos, aunque temo que tendrá que ir retirándose de la primera línea
más pronto que tarde. Me consta que la abdicación ha sido barajada en su
entorno, pero es él, y solamente él, quien tiene que tomar la decisión en este
o en otro sentido, incluyendo la tan rumoreada últimamente declaración de
incapacidad física temporal. Porque, a los muchos sinsabores que llueven sobre
su cabeza, incluyendo las revelaciones sobre el testamento de su padre,
Don
Juan de Borbón, el jefe del Estado suma el padecer una situación de
discapacidad pasajera que le impide ejercer muchas de las funciones propias de
su cargo, entre ellas viajar por el país o al extranjero.
Resulta
una situación especialmente perversa aquella en la que, de una manera u otra,
quien encarna la Monarquía
española sea objeto de preguntas e interpelaciones parlamentarias semana tras
semana. Primero fue la llamada al jefe de los servicios secretos, general
Sanz
Roldán, para que informase sobre las actividades de la aventurera que se
califica a sí misma como "amiga entrañable del Rey"; luego, las preguntas sobre
qué se hizo con la herencia de Don Juan. Y ahora, qué duda cabe, llegará la
'oleada Urdangarín', un juicio que, por supuesto, no puede sorprender a Don
Juan Carlos ocupando el trono como si nada ocurriese.
Entiendo
que el Rey no puede abdicar por culpa de una tal Corinna, elefante incluido; ni
por la herencia dejada por su padre; ni siquiera por ser suegro de Urdangarín.
Pero sí puede hacerlo, y quizá deba ir pensando en ello, por su situación
física y porque la ciudadanía espera cambios importantes, de rostros, de
comportamientos, de expectativas, en los poderes clave del Estado. Comenzando
seguramente por el Rey, aunque no sea, ni mucho menos, el único caso.
Los
españoles tenemos, entiendo, la suerte de contar con un heredero de la Corona perfectamente
preparado, limpio de toda sospecha, que siempre ha sabido cumplir
escrupulosamente con su deber. Y que cuenta con la general aceptación, salvando
puntuales desplantes maleducados como el que este miércoles le hizo el
lehendakari
Urkullu, no acompañándole a un importante acto económico en
Vizcaya. Tiene la edad perfecta para hacerse cargo de las tremendas
responsabilidades que le cabrán, en estos tiempos de cambio y de crisis, que
son también tiempos de oportunidad. Sabe el futuro
Felipe VI que las cosas las
tendrá más difíciles que su predecesor y progenitor, y que tendrá que ganarse
el puesto cada día. Yo creo que merece la pena probar, con todas las cautelas,
porque este experimento, el de
Felipe de Borbón, tiene todos los ingredientes
para salir bien. Y lo digo a pocas fechas de un 14 de abril en el que muchos
afanes republicanos se verán alimentados a base de convertir en arma arrojadiza
contra la Monarquía
todo lo que está ocurriendo. Es algo muy respetable, sin duda. Pero no, no es
el momento de hacer mudanzas en el trapecio sin red, con la que está cayendo.
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