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Diez años sin José Couso

Diez años sin José Couso

martes 09 de abril de 2013, 15:21h
Sin periodistas que acudan a los conflictos armados, que arriesguen su vida día tras día, que se enfrenten a Gobiernos que tratan de silenciarlos o domesticarlos -de empotrarlos" en lenguaje técnico-  y a grupos terroristas, que burlen controles de seguridad que, demasiadas veces, sólo ocultan violaciones de derechos, que vivan a la intemperie sin seguros ni corazas... sin ellos no sabríamos la verdad de muchos desmanes, de ejecuciones de civiles inocentes, de los mal llamados "asesinatos selectivos" que forman parte de la justicia natural de muchos Gobiernos que los aplican sin remordimientos... Las terribles tragedias que rodean  todas las guerras. Sin ellos el derecho a estar informado no existiría.

Hace 10 años, el 8 de abril de 2003, uno de los nuestros, el cámara José Couso, era cobardemente asesinado en el Hotel Palestina en Bagdad por los disparos de un tanque americano, cuyos ocupantes sabían quiénes estaban en ese hotel y qué hacían. Se alojaban allí por indicación de los mandos militares "para estar seguros", esa seguridad que se puede tener en un conflicto como una guerra, la de Irak, la que decidió unilateral e ilícitamente Estados Unidos y la que apoyó el Gobierno español frente al criterio de Naciones Unidas. 

Diez años después, su familia sigue exigiendo Justicia para este "crimen dentro de otro crimen", como lo califica la profesora Pilar Trinidad. Si no fuera por ellos, el caso ya estaría archivado para siempre, como se ha hecho en varias ocasiones. Se sabe quiénes fueron los autores, se sabe que sabían lo que hacían, que presumiblemente seguían órdenes para silenciar a los periodistas independientes. Pero los culpables no han sido puestos a disposición de la Justicia, Interpol no ha tramitado las órdenes de detención, no ha habido juicio ni condenas y las familias de la víctimas no han obtenido ningún tipo de resarcimiento. Al revés, ha habido mentiras y complicidades de nuestros Gobiernos, sumisión a los intereses  de otras naciones y dificultades sin límite para actuar, a pesar de un juez realmente independiente y valiente y de un eficiente abogado.

Diez años después, los periodistas que cubren conflictos armados sólo están un poco mejor protegidos por normas internacionales, pero siguen a la intemperie y con el mismo riesgo de ser víctimas de un crimen como el de Couso, una de las tres víctimas de aquel día. En la guerra de Irak han muerto 400 periodistas -más que en toda la II Guerra Mundial- aunque de la mayoría no se hablará nunca porque no eran occidentales ni de ningún medio poderoso.  A José Couso, un símbolo ya, le arrebataron arbitrariamente la vida. Un libro recién publicado, bajo la dirección del profesor Albert Galinsoga, permitirá que se siga hablando de este crimen horrendo y buscando, allá donde esté, la Justicia. Hay que seguir luchando contra el olvido y la impunidad por la memoria de José Couso, por su familia, por el Estado de Derecho y por todos nosotros, ciudadanos que queremos vivir sin doblar la rodilla ante quienes desprecian el valor de la vida humana.

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