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Mas-Maduro

Mas-Maduro

lunes 15 de abril de 2013, 09:22h
Artur Mas y Nicolás Maduro ofician como mayordomos de las familias Pujol y Chávez-Frías. Los tentáculos nepotistas de esos clanes en Cataluña y Venezuela exceden los límites de extensión de un artículo, pero son una buena muestra de las relaciones entre la naturaleza humana y el poder. En las monarquías tanto como en las repúblicas.

Pero al menos en las monarquías parlamentarios el sistema está más asentado y bajo el relativo control de las instituciones. Pero cuando un líder providencial se consolida en una república presidencialista, o un embrión de la misma como Cataluña, el resultado es una nueva dinastía y un compadreo en el cual los cargos del Estado se reparten sobre la mesa camilla familiar.

Lo vimos en Polonia con los ultraconservadores gemelos polacos Lech Kaczynski, presidente de la república y su hermano Jaroslaw, primer ministro, que hacían y deshacían a su antojo en el país. Y en Cuba con los Castro, Fidel y Raúl, siguiendo la tradición caribeña y centroamericana a la que también se apuntaron los Duvalier en Haití, los Somoza en Nicaragua y ahora los Chávez-Frías en Venezuela a través de su mayordomo. Y todavía hay quien dice que las repúblicas no se heredan como un cortijo. O como un palacio hindú en el caso de la familia Gandhi, con Indira, Rajiv y Sonia como cabezas más visibles, por ahora, de la dinastía. En Siria se traspasan el negocio los Al-Assad y en Argentina lo hace el matrimonio Kirchner. Incluso en los Estados Unidos podemos hablar de los Kennedy, de Bill y Hillary Clinton y cómo no, de los Bush, empezando por el senador Prescott Sheldon Bush, siguiendo por su hijo, George H. W. Bush y su nieto, George W. Bush, ambos presidentes de la república. Podríamos añadir a otro nieto del senador, a Jeb Bush, gobernador de Florida a la dinastía.

En España también tenemos el caso de Aznar colocando a su consorte Ana Botella como alcaldesa de la Villa y Corte. Toda una familia cuyas ambiciones regias les llevan a casar a su hija en El Escorial en una boda de estado. Pero no son los únicos; si Cataluña se independiza Artur Mas ya ha ungido a los Pujol como la dinastía símbolo del Principado, diciendo que quien ofende a esa familia imputando judicialmente a sus miembros ofende a todo el país catalán.

Lo interesante del caso es la superior calidad democrática y la paradójica modernidad de las monarquías parlamentarias como la sueca, holandesa, noruega, canadiense, australiana, danesa o española. Incluso de la japonesa. Frenan las veleidades simbólico-dinásticas de los más ambiciosos aupados al poder presidencial a codazos. Al menos Capriles no tiene muchas raíces familiares en Venezuela, ni siquiera está casado y aún le queda una tercera oportunidad, como a la república en España, el único lugar donde nos empeñamos en tropezar más de dos veces en la misma piedra. Incluso los que no quieren ser españoles, como los catalanes de Esquerra Republicana, que si fueran consecuentes con su acendrado republicanismo deberían retirar su apoyo al gobierno del mayordomo Mas antes de ver a Marta Ferrusola convertida en Reina Madre.
 
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