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Contra las cuerdas

Contra las cuerdas

martes 16 de abril de 2013, 13:23h
Si en términos políticos Cataluña está desnortada, en el registro financiero, lo que está es asfixiada -su déficit, a finales de febrero, superaba los 670 millones de euros, el más abultado entre las CC.AA-. Pese al discurso oficial que impulsa la deriva independentista, en el gobierno de la "Generalitat" se empiezan a escuchar voces de auxilio destinadas a encontrar eco en Madrid. La  más clara ha sido la del "conseller" de Justicia, Germà Gordó. Ha recordado una evidencia: la consulta soberanista no tiene cabida en  el actual marco jurídico, por lo que para seguir adelante con la hoja de ruta comprometida por Artur Mas es imprescindible buscar algún tipo de acuerdo con el Gobierno central. Sabida cual es la posición del PP en este asunto en el que -con criterio que resume la opinión de la mayoría- mantiene que el único camino es el que marca la ley, se abre aquí un espacio para que la política haga lo posible para recomponer lo que la política ha desestabilizado.

Primero en el núcleo directivo de Unió (Durán) y después en voz de otros dirigentes de CiU alejados del sanedrín que preside Mas, pero pastorea Francesc Homs, se está abriendo paso una reflexión que invita a recomponer los puentes con el PP. Según expresa algún dirigente, crítico con el proceso, sería suficiente con que Artur Mas pudiera salvar la cara presentando a la opinión pública resultados tangibles en el terreno de la financiación; resultados que le permitieran relegar la comprometida consulta al programa electoral, renunciando a plantear el plebiscito en el 2014 como tiene comprometido con ERC.

Según diversas fuentes, por encomienda expresa de Mariano Rajoy, el ministro García Margallo se ha convertido en interlocutor directo con el presidente de la "Generalitat". Un Artur Mas al que describen como un político muy tocado que todavía no ha metabolizado el tortazo electoral y que por lo tanto transita con aire de ausente. La estrategia de bajo perfil seguida por Rajoy en este contencioso, estrategia que pone de los nervios a algunos de los suyos (Aznar, Aguirre), recuerda la esgrima de los boxeadores que compensan la limitada potencia de sus ganchos con un juego de piernas que consigue agotar al contrario. Cogido entre la espada del déficit que sitúa a Cataluña al borde la quiebra y la pared de ERC (que le apoya a cambio de que convoque la consulta), Artur Mas ha pasado de no escuchar al árbitro que le recordaba las normas a volver su mirada hacia él con la esperanza de que le salve del desastre.

Veremos cómo evolucionan los acontecimientos, pero lo que es seguro es que algo se está moviendo en el rincón nacionalista del ring donde alguno de los preparadores está pidiendo árnica mientras que otros reconocen abiertamente el desvarío que fue plantear el combate. De lo que nadie duda es de que Artur Mas está tocado y contra las cuerdas y de que la última palabra la tiene el árbitro.
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