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La mayoritaria soledad del PP

La mayoritaria soledad del PP

viernes 19 de abril de 2013, 16:02h
No hace falta tirar de hemeroteca porque la memoria está aún fresca: llegó el PP al Gobierno y, para ser objetivos, sucedieron dos cosas: la primera es que se encontraron un país mucho peor de lo que creían porque su antecesor, el PSOE, no sólo había hecho una política económica desastrosa, sino que, además, había maquillado las cuentas y ocultado unas deudas millonarias en todas las administraciones. La segunda cosa es que, con la nueva mayoría absoluta y una política de severos recortes, ni Europa ni los mercados confiaron en el cambio sin más y no dieron la bienvenida al nuevo gobierno con abrazos sino que redoblaron sus exigencias y no disminuyó la presión. Tuvieron que pasar muchos meses y muchas cosas para que la prima de riesgo bajase algo y colocar nuestra deuda no fuese un acto casi suicida. Y todo eso le pilló al PP por sorpresa: ni el debe y el haber del estado era como pensaban, ni la presunta confianza en un gobierno fuerte sirvió para cambiar la marcha acelerada de la crisis europea.

Y todo eso, nada más llegar al poder. Luego, para completar el panorama, apareció Bárcenas y los suyos con la misma virulencia que desaparecía Rajoy de sus promesas electorales y hasta de las ruedas de prensa. Ausente el número uno, sumido tal vez en la perplejidad, el resto del partido se debate entre las luchas internas, las órdenes que llegan de Bruselas y que ya empiezan a ser contradictorias -tal vez sólo el ajuste duro no sea la solución pese a lo que diga Alemania-  y el ruido inmenso de la calle en forma de manifestación diaria o escrache. 

Y ha sido precisamente ese ruido -y la advertencia europea de que nuestra Ley Hipotecaria estaba obsoleta- el que ha llevado al Ejecutivo a presentar el proyecto de Ley Antidesahucios que al final, en comisión, solo ha sido apoyada por el PP. ¿Es una mala Ley? No, seguramente es manifiestamente mejorable y como dijo Gorriarán de UPyD "hacer deliberadamente una ley que no soluciona el problema de fondo (el sobreendeudamiento) y que abre las puertas a una litigiosidad ilimitada es incomprensible". Ese puede ser su principal defecto; el resto es opinable, sobre todo desde la oposición.

Y es ahora cuando voy a justificar el titulo de esta columna. Muchas de las medidas que está tomando el PP, incluida esta Ley, seguramente hubieran tenido más apoyos sin el Gobierno no tuviera mayoría absoluta. Es así. O bien por el interés común o bien mediante ese mercadeo tan habitual en el Congreso con los partidos nacionalistas, el PP no se habría quedado solo; es el agridulce precio que tienen que pagar por tener tanto poder. Grupos parlamentarios como CiU, PNV, Coalición Canaria, UPyD y hasta el propio PSOE en cuestiones delicadas como la que nos ocupa, hubieran, tal vez, apoyado esta Ley si de ellos dependiera que saliera adelante. Pero la mayoría absoluta condena también a la soledad absoluta porque nadie se siente en la obligación de nada y si el Gobierno se quema, ese es su problema, de todas formas la Ley saldrá adelante así que mejor hacer oposición y votar en contra. Son las servidumbres de la democracia.

No quiero decir con esto -insisto- que el proyecto de Ley no sea mejorable y que la actitud del propio Gobierno no haya sido excesivamente prepotente (otra actitud fruto de la seguridad que ofrece la mayoría absoluta). Por eso debería reflexionar alguien en la agitada sede de Génova sobre si no es mejor admitir lo admisible de otros a quedarse mayoritariamente sólo.

a.aberasturi 
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