Debate fallido

Se esperaba otra cosa. Otro debate, otro enfoque. Esperábamos que en el Parlamento, el Gobierno nos dijera algo nuevo sobre cómo salir de ésta. Que admitiera que quizá hay otras políticas capaces de frenar la sangría de cierre de empresas y pérdida de puestos de trabajo visto que según los últimos datos facilitados por el INE, en los últimos tres meses han cerrado otras 2.661 empresas y que sabemos por la última EPA que  6 millones doscientos mil personas están en el paro.

   Analizado el debate en sus conjunto sale uno con la idea de que el  objetivo del Presidente del Gobierno no era propiciar algún tipo de pacto con la oposición para ,entre todos, hacer frente a la crisis. Sus intenciones eran otras. Primero, no intranquilizar a la señora Merkel aceptando las sugerencias de la oposición para combinar el ciclo de austeridad con políticas de estímulo al crecimiento. Segundo, intentar corregir la sombría resignación con la que hace dos semanas, al término del Consejo de Ministros, los señores Montoro y de Guindos nos dijeron que la cura iba buena pero que 2014 sería igual de nefasto que 2013.

   De ahí la recurrente insistencia en que estamos como estamos pero que las medidas tomadas acabarán dando fruto y crearán empleo. En resumen, pese a la tozuda realidad de los datos económicos, Rajoy ha vuelto a pedir a los ciudadano que confíen en el Gobierno, y que, además de paciencia, tengan fe. A los ciudadanos les pide un acto de fe y a la oposición, que se  sume a las políticas del Gobierno. Nada de pactos.

   En ese registro el debate ha sido un debate fallido porque en el aire,  extendida como el polen, flota la impresión de que la crisis por la que atraviesa España  trasciende del mundo de la economía y alcanza a la política y a la credibilidad de algunas instituciones. Desde los partidos políticos a la Monarquía. Quien tenga dudas al respecto que repase los datos aflorados por el último estudio del CIS. Quiere, pues, decirse, que la crisis que padecemos reclamaba algo más de un debate parlamentario al que se llegaba en medio de un clima que parecía predisponer a la concertación; a establecer algún tipo de acuerdo o pacto entre Gobierno y oposición  para hacer frente a una situación de emergencia cuyo dato más lacerante nos recuerda que hay más de seis millones de españoles que están en el paro pero también habla del descrédito de los políticos, los partidos y hasta de la Monarquía. Ya digo, a mi modo de ver, un debate fallido.