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Momentos 'críticos', dicen

Momentos 'críticos', dicen

sábado 11 de mayo de 2013, 14:15h
Lo peor de la semana que ahora concluye fue, a mi entender, la intervención inicial de Mariano Rajoy en su comparecencia parlamentaria del pasado miércoles para explicar sus medidas económicas. No solo no explicó tales medidas, sino que dejó la sensación de que todo va bien, de que el Gobierno no contempla haber cometido error alguno y, por tanto, nada hay que cambiar. Y menos aún, pactar con quien se atreve a criticar lo que el Ejecutivo hace. Así que nos encontramos con una nueva edición de las dos Españas: la que presenta, con tintes rosáceos, el Gobierno, y la que nos pintan, más bien con perfiles negruzcos, desde las oposiciones.

 Vivimos en la demasía verbal. Pienso que no es cierto, o es al menos exagerado, que la política española esté viviendo "uno de los momentos más críticos de la democracia". Lo dijo este sábado alguien habitualmente tan moderado como Ramón Jáuregui, que es el encargado de preparar la regeneración política del PSOE, en una intervención en la que tampoco ahorró, hay que decirlo, críticas amargas al Partido Socialista. Puede que estos momentos, dado el estado de confusión tanto en el PSOE como en el PP o en algunos partidos nacionalistas, en las instituciones más señeras o en los sindicatos, sean delicados; pero no creo que haya que exagerar considerándolos como "los más críticos" desde que llegó la democracia. Yo diría, eso sí, que la situación puede llegar a ponerse peligrosa si quienes representan a la ciudadanía, es decir los políticos, no se ponen a trabajar en una profunda renovación del sistema. Porque mucho más riesgo hay en actuar como si todo fuese sobre ruedas que en exagerar la nota hablando de "momentos críticos" o, como ha hecho un diario británico con óptica desenfocada, diciendo cosas como que "España es oficialmente insolvente; saque el dinero mientras pueda". Menuda 'pasada'.
 
Sospecho que debemos empezar a situarnos en terrenos más templados. España es un gran país cuyos habitantes han entrado en una etapa de desesperanza, en parte, cómo no, auspiciada por una clase política que se resiste a las mudanzas radicales. ¿Cómo explicar en una democracia avanzada que, cuando leyes 'estrella' de algunos ministros, como la de Educación o la del aborto, son devueltas al corral sin entrar en el Consejo de Ministros, no se produzcan cambios en un Gabinete? Es un clamor que algunos ministros/as deberían cesar ya: Ruiz Gallardón, Wert, Mato, quizá Montoro... y que otros, que están haciendo un gran papel, deberían ser promocionados hacia puestos de mayor responsabilidad, y pienso en García Margallo, en Arias Cañete, en Soria, entre otros.
 
La crisis de Gobierno, para dar paso a nuevas formas de ejercer el poder, más transparentes, participativas y amables, con menos o ninguna ocurrencia para tocar cosas que nadie pide que se toquen, debería ser la primera tarea a afrontar por este Rajoy que parece encantado con lo que hace y a quien no le cabe la menor duda de que navega por los mares del acierto, unos mares en los que no aprecia escollos ni tormentas. Pero ya nos lo dijo --quince veces, por cierto, en un discurso de cuarenta minutos-- el miércoles: no se va a modificar ni una sola línea del guión, porque este guión es el bueno y todos los demás --es decir, los de los demás portavoces de otros grupos--, malos. Y supongo que este autodiagnóstico le vale al presidente tanto para la economía como para la política. Si a Rajoy le preocupan los movimientos demenciales de Artur Mas,o  lo que dicen las encuestas sobre la clase política --oposición incluida, claro está--, sobre la Monarquía, los sindicatos o sobre los jueces, la verdad es que no lo demuestra. El hombre tranquilo, que asegura dormir perfectamente, sigue ahí, impertérrito.
 
Ya digo: una cosa es entrar en terrenos templados, evitando los incendios que algunos quieren provocar con sus prédicas inflamadas, y otra cosa muy distinta es instalarse en la inmovilidad, como un témpano de hielo. Que no digo yo que este Gobierno no esté haciendo cosas, especialmente corrigiendo algunas desviaciones del pasado; pero ya se ha repetido muchas veces que entre los cambios y El Cambio hay una enorme distancia, y es esto último lo que ahora, a mi entender, se necesita. Eso es lo verdaderamente crítico: hay que actuar pensando en grande y eso es algo que, simplemente, no se hace..
 
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