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La crisis no es económica; es laboral, luego política

La crisis no es económica; es laboral, luego política

miércoles 15 de mayo de 2013, 14:10h
Ha sentado particularmente mal (y, qué curioso, al parecer a todos los estamentos, tan enfrentados por casi todo) que un comisario europeo, que parece saber muy poco de cómo andan las cosas en España, sugiera que nuestro país adopte cuanto antes el contato laboral único, tan ajeno, por cierto, a nuestra historia y a nuestras prácticas. Esa 'propuesta' (los eurojerarcas ya no proponen cosas para España, casi las prescriben, como si sus recetas fuesen infalibles y necesarias) ha sido rechazada por todos los agentes sociales que este jueves se reunirán en el Palacio de La Moncloa para debatir cómo llegar a un pacto nacional sobre el empleo: Gobierno, sindicatos y patronal, amén de la oposición casi en bloque (con la excepción peculiar de UPyD) se posicionaron contra el mero enunciado del contrato único con el que Lazslo Andor conmocionó el martes a la ciudadanía.  

Me temo que este rechazo al contrato único planteado por el comisario Andor, del que unos abominan con la boca más pequeña que otros, va a ser la única coincidencia en estas horas entre unos interlocutores a los que veo muy alejados --ojalá me equivoque-- del espíritu del consenso.  

Y es que nuestros agentes sociales andan muy aferrados a sus tesis de siempre, que son, por cierto,  las que nos han conducido hasta estos seis millones doscientos dos mil parados oficiales. Por eso mismo, y vuelvo a desear equivocarme, son incapaces de lanzarse a la búsqueda de formulas radicalmente nuevas que rompan una tradición tardofranquista de entender las relaciones laborales; ya nada es igual a como era hasta hace, pongamos, cuatro años, y hay que insistir en que la nueva era exige mentalidades nuevas. Que, desde luego, no se aprecian ni en sindicatos, ni en patronal, ni en el Gobierno,  ni tampoco en la oposición. Pero que, sin embargo, se van abriendo paso, aunque demasiado lentamente, en la sociedad civil. 

Si usted, amable lector, tiene a sus hijos en paro --lo que es bastante probable-- y les pregunta si prefieren un 'no job' a un 'mini job', me da la impresión de que la respuesta  será abrumadoramente la misma: Más vale tener un empleo, aunque sea a tiempo parcial, aunque tenga ribetes de precariedad, que no tener ninguno, le dirán, como a mí me lo han dicho. Lo políticamente correcto sería responder virulentamente, con alusiones a los 'contratos basura', a la vuelta al 'laissez faire', a los tiempos de la semiesclavitud. Pero esos son tópicos basados en unos tiempos que difícilmente volverán, sea ello para bien o, más probablemente, para mal. Las cosas ya no serán como fueron, porque vivíamos en una economía ficticia --¿cómo diablos podíamos pensar que en España se seguirían construendo indefinidamente la mitad de las viviendas de toda Europa?-- y ahora hay que imitar otras fórmulas laborales, empezando por la alemana, que supongan al menos el alivio parcial para ese ejército de personas condenadas a lo peor: no tener nada que hacer, como si sobrasen a su sociedad, a su entorno. Cuando debería ser precisamente lo contrario.  

Menos mal que se va abriendo paso a la idea, hasta hace un par de años minoritaria, revolcionaria y casi considerada reaccionaria, de que hay que abaratar las cuotas de los trabajadores autónomos, de que hay que facilitar el surgimiento de emprendedores, aunque sepamos de antemano qe muchos de ellos estarán conenados al facaso inical; del fracaso, como decía Einstein, se aprende, y, por el contrario, del éxito se puede morir. Lo que ocurre es que ni los sindicatos quieren oir hablar de rebajas de cuotas, ni la patronal de una primacia de los autónomos, ni el Gobieno de introducir cambios profundos en la piel socal, ni las oposiciones de contrariar a sindicatos o patronal. Así que, una vez más, han sido colectivos variopintos, de economistas, de catedráticos, de meros observadores atentos, los que han dado la señal de aviso, en el sentido de que hay que reflexionar, cuando un comisario ¡húngaro! ha venido a decirnos lo del contrato único, que, por cierto, es algo que no todo el mundo entiende de manera unívoca. Y por ahí, por los múltiples significados de una nueva forma, plural pero imaginativa, de contratar, deberían, entiendo, ir las conversaciones, que confío en que sean muy trascendentales, de este jueves en La Moncloa. Porque la crisis, ya digo, es laboral, mucho antes que estrictamente económica. Simplemente, no hay crisis económicas; son políticas. Y políticas, y no contables, han de ser las soluciones.  

>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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