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La intimidad violada

La intimidad violada

sábado 18 de mayo de 2013, 17:34h
Recién escribí sobre el escaso sentido de la intimidad nórdico, con el libre acceso a la declaración de la renta de cualquier finlandés a través del móvil, sus saunas compartidas sin pudor o la propuesta hecha en Suecia para eliminar el dinero físico y sustituirlo por el electrónico, como de hecho ya se hace en la práctica en Islandia, por ejemplo. No se habían producido aún las coléricas reacciones de Urdangarín ante la posibilidad de airear su propia declaración de la renta. La propuesta de eliminar con los billetes la mayor parte de la delincuencia, la corrupción, la evasión fiscal y cualquier otra actividad ilícita que implique el uso de billetes de curso legal y su sustitución por transparentes transferencias electrónicas suscitó respuestas tan iracundas como las de duque. Y sospecho que el motivo era mismo; miedo ante la violación de la intimidad, recelo por el excesivo control de nuestros actos. Pero estamos tan desnudos como los fineses en la sauna.

Nuestra intimidad ya no existe para los poderosos. Internet se ha convertido en la herramienta decisiva de vigilancia. Estamos contantemente controlados por cientos de compañías, ahora mismo, mientras usted lee estas líneas. Todo queda grabado y archivado; nuestros correos electrónicos, gustos, aficiones, intereses, compras o cualquier cosa. Algunas veces son empresas privadas para vender sus productos seleccionándonos como "targets". Nuevas técnicas para extraer información útil de enormes volúmenes de datos, cribando la masa amorfa de información; "el ruido", posibilitan convertir esos petabytes o zettabytes, cada vez más, en beneficios.

Mantenerse al margen es imposible; abandone toda esperanza y cualquier ilusión de privacidad. Y esto no ha hecho más que empezar. Google sabe cosas sobre usted desconocidas hasta para su pareja, y pronto todos los dispositivos estarán interconectados a través de Internet. Cuando eso suceda sumaremos todos esos artilugios con ojos y oídos a las cámaras multiplicadas a nuestro alrededor, a las Google Glass grabándolo todo y a los GPS capaces de ubicarnos en cualquier momento. Los múltiples puntos de vista tras los atentados del maratón de Boston, la identificación de los sospechosos y de todos los presentes en un radio muy amplio nos permiten atisbar nuestro futuro, cuando "ellos" sepan en cada momento qué hacemos, dónde y con quién. El reconocimiento facial, a través de nuestras fotos en la red, permitirá identificarnos en una multitud, y la capacidad de computar datos, milagrosamente multiplicada cada poco tiempo, tratará toda esa información en un parpadeo.

Otras veces son los gobiernos quienes enfocan sus lentes sobre nosotros. Por ello deberíamos oponernos a cualquier sistema electrónico de votación, como demuestra el venezolano Maduro amenazando a los votantes de Capriles con el registro informático de su identidad. En España contamos con el Sistema Integral de Interceptación de las Telecomunicaciones (SITEL); un potente método de vigilancia utilizado por la Policía Nacional, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia. Como Echelon a nivel mundial, denunciado por el Parlamento Europeo, capaz de captar el "rastro electrónico" de todas las llamadas y mensajes por radio o satélite es decir, teléfono fijo, móvil, faxes y mails del planeta, seleccionarlos a partir de palabras clave y almacenarlos al servicio de algunos países.

Las personas legales no tenemos refugio. Cualquiera interesado en escudriñar en nuestras vidas lo hará. Lo puede hacer ya. Pero volando bajo el radar hay un lado oscuro de la sociedad, alimentado con billetes de 500 euros, de 200 y hasta de 100. Y puede salir a la luz. La economía sumergida en España moverá en el 2013 unos 195.600 millones de euros, un 18,6% del Producto Interior Bruto (PIB). O por poner otro ejemplo; si el volumen de dinero evadido del país tributara en España no existiría la crisis. España no tendría déficit, tendría superávit. Ni recortes en sanidad, ni educación, ni en derechos sociales. ¿Limitar los pagos en efectivo a 2.500 euros? ¿Y a 500? ¿o a 50? Se podrían bajar los impuestos y recaudar más para todos.

La supervisión de nuestras vidas es un hecho, indeseable, pero un hecho. Lo inteligente no es oponerse a lo inevitable, sino utilizar el peso y fuerza de nuestro adversario para conseguir una ventaja. Controlemos el dinero para controlar a los sinvergüenzas. Convirtámoslos en nuestros aliados para legislar mejores y más democráticos límites a la indiscriminada exposición de nuestras intimidades.
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