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Zombis

Zombis

viernes 24 de mayo de 2013, 12:18h
Zombis. Wade Davis estudió en Haití el uso del "coup de poudre" con tetrodotoxina para convertir, decía él, a un individuo en un muerto en vida. Recogió la historia de Clairvius Narcisse, quien aseguraba haber sido víctima de estos hechizos para ser convertido en esclavo zombi en una plantación haitiana. ¿No es eso una perfecta metáfora neoliberal? Ni siquiera parece casual el apellido Narcisse.

Como un resucitado surgido de un pasado tan enladrillado como el Fortunato emparedado de Poe, ahora se aparece Aznar con un ligero aura de naftalina. Por si fuera poco lo de "El barril de amontillado" para completar el género de terror zombi, Baltasar Garzón se suma a quienes amenazan con volver a la política. Las declaraciones de Garzón en la entrevista concedida al País se parecen mucho a las de Aznar; la política como vocación de servicio, la obligación de dar un paso al frente por el mal gobierno actual, no arrepentirse de su pasado y el distinto rasero cuando se juzga a unos u a otros. Aznar usa diferentes varas según la corrupción afecte al PSOE o al PP, pero Garzón lo hace diciendo sobre Otegui y el etarra Bolinaga: "La prisión no puede ser un acto de venganza del Estado o de las víctimas". ¿Un concepto penalista reeducador y de reinserción? Perfecto, pues aplíquese a todos por igual.

Quien ejerce de brujo vudú con Garzón, moviéndole la silla a Cayo Lara parece ser Gaspar Llamazares. Para ello trataría de convocar unas primarias en Izquierda Unida y convertir a Garzón en candidato a las elecciones europeas de 2014 sin necesidad de afiliarse. Jorge Verstrynge, tan narcisista como Garzón, estaría tratando de colocarse en esas listas, también invocado por Llamazares. De ahí su presencia en las calles al frente de las algaradas. ¿Quién nos falta en esta galería de inmortales? ¿Antonio Hernández Mancha? ¿Anguita?

Zombis. Un género de éxito. Hay quien lo explica por el carácter apocalíptico de la crisis, quien alegoriza con la incomunicación posmoderna, e incluso quien lo relaciona, como yo, con la deshumanización neoliberal llevada al extremo de devorarnos los unos a los otros una vez comidos todos los lácteos caducados y los insectos de acuerdo con las recomendaciones de nuestros políticos. Somos lo que comemos ¿no? Pues si millones de moscas no pueden equivocarse ya sabemos cual será nuestro postre.
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