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Rajoy, esencia de mujer

Rajoy, esencia de mujer

martes 28 de mayo de 2013, 07:37h
En algún momento de la historia se nos olvidó la esencia de las cosas. Tarsky, matemático y filósofo del XX, definió la Semántica de la verdad como un campo de significado reconocible en la verdad como concepto. En realidad aplicaba lo que dijeran Santo Tomás y Aristóteles: que la verdad es la correspondencia entre la cosa conocida y el concepto que produce en nuestras mentes.

¿Por qué elegimos personas que nos representan? La respuesta a esta pregunta es la esencia: con más o menos holgura, todos coincidimos y esa coincidencia general entre cosa y concepto debe ser la verdad. Con distintas expresiones, mayoritariamente decimos que elegimos representantes para que se administren la riqueza común y aseguren el bienestar de la sociedad que representan.

A partir de ahí tenemos democracia presidencialista, parlamentaria, mixta, líquida, directa. Cada uno de estos sistemas resuelve de manera distinta la cuestión de la representatividad pero el principio enunciado no cambia: riqueza común, bienestar y sociedad, conceptos manantial que embeben las constituciones.

En los sistemas presidencialistas se escoge una determinada persona para que gobierne el país y en los parlamentarios se elige un partido para que nombre al gobierno. El primero garantiza la separación de los poderes ejecutivo y legislativo. El segundo, en cambio, se basa en la "cooperación" entre ambos poderes. Lamentablemente, en el parlamentarismo la realidad es que el ejecutivo acaba fagocitando al legislativo y la cooperación se convierte en cooptación.

Hace unos días Aznar regañó al presidente Rajoy y desde el PP se le ha llamado felón. La realidad es que la traición está en aquellos del PP que se alinean con Rajoy y no con Aznar y, muy probablemente, en un sistema presidencialista, el cierre de filas en torno a Rajoy no habría sido posible.

Un programa electoral no es un cachondeo; es el elemento fundamental para obtener el voto de la ciudadanía porque es el documento que plasma negro sobre blanco lo que los partidos proponen para trabajar sobre los problemas de la sociedad.

Obviamente no se trata de un contrato con eficacia jurídica: la coyuntura puede hacer que haya puntos irrealizables. Pero sí tiene que existir un "campo semántico común" entre lo comprometido en campaña y unas líneas lógicas y coherentes en la acción de gobierno. En plata: presentar un proyecto liberal conservador para conseguir el poder ejecutivo y que ninguna decisión de gobierno en el área económica responda a ese sustrato es, simple y llanamente engaño. ¿Podría un Republicano ganar con sus ideas y gobernar con las de los Demócratas? Pues es exactamente lo que vino a denunciar Aznar el otro día.

En un sistema presidencialista, semejante intento topetaría con el legislativo y el gobierno no duraría mucho. El sistema parlamentario vuelve hegemónicos a los partidos mayoritarios y sus líderes se convierten en caciques que van sustituyendo a todos por los suyos a medida que se asciende hasta ser cabeza de cartel. Rajoy, tras 25 años en la ejecutiva del PP, se ha cargado a todos los que no estuvieran dispuestos a seguirle ciegamente y ha premiado a los incondicionales. Cuando Aznar dice Oiga, que ud. no está cumpliendo con su mandato electoral (mandato es la palabra clave), no encuentra eco en las líneas oficiales del partido porque son todas paniaguadas de Rajoy.

Hay una discordancia mental en el presidente que le lleva a creer que está haciendo lo que debe, cuando lo que está es perpetrando un problema que afecta al corazón mismo de la idea de democracia: los votos no son cheques en blanco, son compromisos que hay que cumplir o irse. Cuando se gobierna contra lo propuesto perdemos la esencia misma de la representación legítima que fundamenta la democracia.

Últimamente cargos alemanes han entregado a Rajoy planes para las pymes, las pensiones y ahora uno para activar el empleo, todos con esencia de Merkel. No entiendo por qué no los genera nuestro gobierno o, simplemente, por qué ni siquiera disimulan. No creo que vayamos a la deriva ni sin rumbo, al contrario, creo que la derrota está perfectamente trazada y el rumbo final definido. Sin embargo, no sé por qué Rajoy acepta de grado decisiones que nos perjudican. Lo siguiente, lo sabemos todos, es la muerte del sistema de pensiones, ¿pero por qué?
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