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Obama no es lo que decía ser

Obama no es lo que decía ser

martes 11 de junio de 2013, 17:05h
Gracias a la Prensa libre, en éste caso, The Guardian en el Reino Unido y The Washington Post en los EE.UU, el mundo entero ha sabido que una de las múltiples agencias de seguridad norteamericanas, la NSA, se dedica desde hace tiempo a espiar a miles de ciudadanos registrando sus llamadas telefónicas y sus comunicaciones en Internet.

   Descubierta la trama, al presidente Barack Obama no le ha quedado más remedio que reconocer los hechos, diciendo, a modo de disculpa, que no se puede tener al tiempo y al cien por cien seguridad  y privacidad. Lo cual es tanto como decir, que de sus promesas de regeneración del sistema se han ido quedando en eso: en promesas.

   Aquél "Yes, we can" que repetido en millones de votos le llevó a la Casa Blanca, se ha ido poco a poco diluyendo entre los dedos de la "razón de Estado" tantas veces invocada por los políticos para cubrir la sinrazón de algunas de sus decisiones.

   Este asunto de la interceptación masiva de las comunicaciones telefónicas y de Internet se suma a la autorización del programa de "drones", los aviones no tripulados que se emplean en ataques contra civiles pakistaníes o afganos identificados como terroristas, o el pinchazo ilegal por parte del Departamento de Justicia de los teléfonos de un centenar de periodistas del agencia "Associated  Press ", o la incumplida promesa de cerrar Guantánamo.

   El perfil del Obama político ajeno a las marrullerías de los politicastros tradicionales de Washington se ha ido poco a poco desdibujando. No ha sido Obama quien han conseguido cambiar algunas de las costumbres (malas) del sistema sino que ha sido el "establishment" quien le ha cambiado o fagocitado a él. En este asunto de la interceptación, en secreto, de las comunicaciones privadas de los ciudadanos se refleja y dirime en negativo el viejo dilema de la proporcionalidad entre los fines y los medios. El fin  es combatir el terrorismo, estar alerta ante su difusa amenaza, pero los medios no pueden rebasar el mandato constitucional que declara sagrada la privacidad de los ciudadanos con la salvedad de los mandamientos judiciales. Que no es el caso que da pie a la escándalo, pues lo revelado indica que el control  tanto de las comunicaciones telefónicas como las de la Red, es indiscriminado.

   El mito del caballero que llegó a Washington para cambiar las cosas se ha quedado en el recuerdo. Quienes en twitter, con sarcasmo, le han bautizado como "Georges W.Obama", han dado en la diana. Obama no es lo que decía ser.
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