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No somos ganado...somos niños

No somos ganado...somos niños

miércoles 12 de junio de 2013, 10:34h

Aunque se están poniendo muy de moda los simulacros en diferido, o lo que es lo mismo, engañar a la ciudadanía, puedo asegurar que no es ningún simulacro el afirmar que a los niños en Yuncos se los está tratando como si fueran ganado.

Muchos ciudadanos de la localidad hemos empezado una campaña de actuaciones, todas ellas dentro de la legalidad, para que algo tan esencial y fundamental como es el tener un centro de salud digno y, sobre todo, una atención pediátrica adecuada, sea lo que prime ante otras indecentes e inmorales actuaciones institucionales.

Echando la vista atrás, justo antes de las ultimas elecciones autonómicas del año 2011, la presidenta a tiempo parcial de Castilla-La Mancha, Dolores de Cospedal, visitaba nuestra localidad. En dicha visita dijo una frase muy llamativa: "Yuncos es una envidia de gestión económica".

Seguramente, este fuera el primer simulacro en diferido de la inventora de los mismos, todo ello, en apoyo al alcalde de la localidad, Gregorio Rodríguez, inventor de la indecencia e inmoralidad en nuestra localidad.

No es de extrañar que en Castilla la Mancha se gasten millones de euros en asesores, por supuesto con el dinero de los ciudadanos, escuchando dichas afirmaciones. A no ser, que mi ignorancia sea tal, que el gastarse un Consistorio casi 900.000 euros en un innecesario y cerrado parking subterráneo, una millonada en un palacio Ayuntamiento, más de 1.700.000 euros en un bar público (el cual al principio se nos engañó diciendo que iba a ser un Centro de Día), la ya conocida chapuza de la piscina cubierta o el estado cuando llueve del patio del colegio 'Virgen del Consuelo' sea una gran gestión económica. Y si a todo esto le añadimos que nuestros hijos tienen como centro pediátrico una caseta de obra y que nuestros mayores y personas con movilidad reducida no tienen accesibilidad a su médico en la segunda planta del anticuado centro de salud, podríamos decir eso de: "las comparaciones son odiosas".

Pero la gravedad de la situación está empezando a coger tintes inasumibles. Porque si es insostenible el tener unas instalaciones sanitarias tercermundistas, a esto hay que añadirle que los más de 2.200 niños de la localidad se encuentran con no poder ser atendidos en tiempo y forma cuando caen enfermos.

Ya habíamos denunciado, públicamente y a la defensora del pueblo, Soledad Becerril, que muchos de ellos se encuentran que van de urgencias al pediatra y no hay pediatra para atenderlos. Pero, como decía, la situación se está agravando.

Nos encontramos con plazo de citas de tres y cuatro días, incluso en algunas ocasiones hasta de una semana. En alguno de estos casos, tras la espera para ser atendidos y viendo que la enfermedad de sus hijos se iba agravando, han decidido llevarlos a urgencias y donde alguno de ellos ha tenido que ser hospitalizado.

Esto se debe, sin duda alguna, a dos motivos. El primero, que en una localidad con más de 2.200 niños no puede haber solamente un médico para atenderlos. El segundo, que cuando nuestro pediatra sale de guardia no hay sustituciones, por lo que, nos encontramos en una localidad de casi 11.000 habitantes empadronados sin atención sanitaria para nuestros hijos.

El atravesar por esta situación donde la salud de nuestros hijos puede correr riesgo y que las autoridades responsables no hacen nada para evitarlo, sino todo lo contrario, ya que son los causantes directos de dicha situación, me puede hacer recordar algún ya olvidado exterminio. Y me atrevo a hacer este símil porque estas mismas autoridades son muy conscientes del riesgo que, en un momento dado, pueden correr los mismos.

Los hijos de los impresentables responsables de todo esto, con toda seguridad, no son tratados como ganado como les pasa a los nuestros, gracias, entre otros motivos, a los sustanciosos sueldos que les pagamos.

Pero, curiosamente, el mismo día que conocíamos alguno de estos casos ya mencionados se inauguraba el Bar Público San Blas. Donde muchos asistieron, aunque fuera solamente para ponerse hasta las trancas, aún a sabiendas de la indecente inversión que se ha hecho en ello y, por supuesto, a costa de que la salud de nuestros hijos se esté empezando a poner en riesgo. Seguramente, muchos de ellos fueran por curiosidad, por obligación o, simplemente, por pasar un buen rato. Y por qué no, alguno incluso pensara en ver un Centro de Día. Pero una vez pasado el gran éxtasis, de dicha inauguración, esperemos que reflexionen y que asuman dónde están las verdaderas e indiscutibles prioridades. Porque de lo contrario, al menos para mí, esto solo tendría un nombre posible: "indecencia caciquil".

Me pregunto si solamente una parte de la población somos los únicos que tenemos hijos, sobrinos, nietos o mayores. O, por lo contrario, si es más importante ponerle una sonrisa al alcalde que la salud de nuestra propia familia y vecinos.

En todo esto, aparte de lo ya dicho y por hacer una pequeña reflexión, nos encontramos con una gran paradoja. Donde el alcalde de la localidad, Gregorio Rodríguez, demuestra hasta donde puede llegar la hipocresía y falsedad humana. Porque es bastante llamativo que un defensor, como es él, de lo privado, utilice los recursos públicos, es decir, el dinero de los demás, para hacerle la competencia a los ya maltratados por la crisis negocios de hostelería de la localidad. Curioso, muy curioso.

Aquí no valen ideologías ni el intentar basar esta indecencia en querer politizarlo, como algunos pretenden, porque las enfermedades no son ni de derechas ni de izquierdas. Aquí solo caben la decencia, la moralidad y la coherencia, y estas virtudes no tienen color político. Por eso confiamos en que la señora Cospedal recapacite y que, mirando a los ojos a su hijo, piense en que los demás también los tenemos. Y que ninguna austeridad puede pasar por la aberración que están pasando los nuestros. De ahí, que le solicitemos que vuelva al cauce de la decencia y permita que la obra del nuevo Centro de Salud que ella misma ha anulado, con la injustificada e inaceptable pasividad del alcalde de la localidad, se ponga otra vez en marcha y, por supuesto, que adecue el servicio médico a las necesidades reales de más de 2.200 niños, para que en Yuncos si podamos presumir, aparte de la indecente y demostrada herencia de nuestro alcalde, de tener un centro de salud digno.

Sea como sea, y sin caer en demagogias, no podemos esperar a que esto pueda acabar en una tragedia, tal y como hemos visto en tantas ocasiones con situaciones similares. Porque el llevarse después las manos a la cabeza no es ninguna solución, menos aún, un consuelo Y donde la expresión "ardió Troya", al menos por la parte que me toca, no llegue a ser toda una realidad en pleno siglo XXI.

Enrique Rivas Díaz

Yuncos (Toledo)

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