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La condición para que Rajoy sobreviva en política

La condición para que Rajoy sobreviva en política

sábado 15 de junio de 2013, 18:12h
Hombre, también es mala suerte que, cuando quieren aparecer algunos brotes tenue y tiernamente verdes tras las orejas de Mariano Rajoy, venga y se le enquiste la 'cuestión catalana'. Qué fatalidad que, cuando parece que todo apunta a que el ex tesorero Bárcenas se lucró ilícitamente del PP, en lugar de lucrar ilícitamente al PP, el presidente del Gobierno parezca no saber qué hacer con Artur Mas y sus desvaríos. Menuda contrariedad que, cuando al fin llega a un pacto -o algo así-con el PSOE de Rubalcaba, y es aplaudido por ello, al inquilino de La Moncloa se le indigesta cada vez más el inquilino de la Plaza de Sant Jaume. Y es que no se engañe usted: ni la cuestión económica ni la corrupción rampante de los últimos años van a tumbar al partido hoy gobernante en las próximas elecciones, pese a la enorme pérdida de popularidad que los partidos nacionales 'instalados' están sufriendo. Ganará las próximas elecciones quien dé muestras de haber sabido encauzar el problema catalán, ya enquistado desde hace tiempo.

A Rajoy le quedan menos de tres meses para enderezar el rumbo de este problema, agravado por la presencia al frente de la Generalitat de un político que, simplemente, no ha dado la talla, por decir lo menos. Si quisiéramos decir lo más, hablaríamos de los escándalos de la financiación de Convergencia, difíciles de desmentir por mucho que te quieras envolver en el agravio nacionalista y en la 'senyera' para acusar 'a Madrid' de filtraciones maliciosas. Es el caso que, llegados a este punto de incomprensión, Rajoy está obligado a lograr que la próxima Diada -que llegará tan pronto como el 11 de septiembre, ya sabe-no tenga los tintes de la pasada, ni dé alas a la presenta minoría independentista, ni sirva para respaldar los planes locos de Mas, que acabarán, si llegan hasta su último punto, por despeñar a Cataluña, y con ella a todos los demás españoles, por una sima por la que difícilmente se vuelve a ascender.

Rajoy siempre juega a que se pudran los problemas. Reconozco que, a veces, no es mala táctica. Pero puede ser una pésima estrategia. En el caso catalán, por mucho que Mas pierda respaldo ciudadano -lo peor es que lo gana Esquerra--, por muchas corruptelas que salgan de los casos Palau, Pallerols y un largo etcétera, esperar a ver qué pasa se me presenta como algo excesivamente arriesgado; ya se sabe que los dioses, cuando quieren perder a los hombres, los ciegan. Y a veces el nacionalismo, que es un estado de espíritu perfectamente legítimo por otro lado,  es una venda para ojos exaltados: Ortega hablaba de ciertos comportamientos indeseables de la masa, cuando se deja conducir por esos exaltados...o por aquellos oportunistas, que aún no sé muy bien dónde clasificar al actual molt honorable president de la Generalitat.

Veo a Rajoy excesivamente inmóvil ante el peligro relativo que representa, más para la estabilidad de la nación que para su unidad, este Artur Mas excesivamente agrandado y deseoso en el fondo, quiero adivinar, de algunas migajas que le lleguen del Estado, un comportamiento al que no son muy ajenos algunos otros presidentes autonómicos, que no todos, desde luego. El presiente del Gobierno ha hecho lo que era relativamente más fácil: un pacto, de cara a Europa, con los socialistas. Ahora le queda completar la pirueta con lo más difícil: aquietar al nacionalismo catalán, que el vasco se comporta sensata y predeciblemente.

Lo que ocurre es que mal podrá secundarle Rubalcaba en esta tarea catalana. El representante del socialismo en Cataluña, PERE Navarro, muestra un comportamiento al menos errático, y no creo que siquiera tenga el apoyo de todos los sectores del PSC cuando pide el fin de los 'privilegios' en Euskadi. Por ahí, me temo que el PSOE tiene menos posibilidades de ganar las elecciones aún que Rajoy. Lo que a mí me encrespa es precisamente eso: que, además de hundir a Cataluña, la torpeza de Mas vaya a producir efectos impensables en el resto de España. El tan cantado fin del bipartidismo, o casi, por ejemplo.

>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>

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