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Ah, pero ¿todavía se inaugura algo?

Ah, pero ¿todavía se inaugura algo?

lunes 17 de junio de 2013, 13:09h
Pues sí, querido lector, querida lectora; sorprendente pero cierto: todavía se inauguran cosas. El AVE a Alicante, por ejemplo. Todo un acontecimiento, especialmente teniendo en cuenta que la última vez que se celebró un fasto semejante fue allá por diciembre de 2010, el primer viaje del tren cuasi supersónico a Valencia. Muchas cosas han ocurrido en estos dos años y medio, entre ellas que el español medio se ha empobrecido un poco más, que ha perdido confianza en el cambio político y que las expectativas de nuevos fastos en obras públicas se debilitan. Y, claro, también ha ocurrido que la presencia de los más altos mandatarios del Estado en estos eventos implican huir de la foto con el imputado/a de turno.
 
Lástima que la grandeza del acto se ensombrezca por el recuerdo de la corruptela local, tantas veces impulsada por los mismísimos munícipes.  Porque una universidad, la de La Laguna, nos ha regalado un estudio según el cual en los últimos diez años se han producido más de ochocientos casos de corrupción urbanística -de las otras ya ni hablamos-en municipios de toda España; así, más de la mitad de las localidades murcianas se han visto afectadas por algún caso de corrupción urbanística municipal; en Canarias, el porcentaje es de casi un cuarenta por ciento, en Baleares del 35,8, en Madrid el 25,7, en Andalucía el 20 por ciento y en la Comunidad Valenciana 'solamente' el 17,3 por ciento de sus municipios han sentido la 'mordida' oficial. Vamos, que no pocas veces se han acometido obras públicas pensando en 'porcentajes', estoy seguro de que usted, querido lector, querida lectora, me entiende.
 
Claro, con estos datos desoladores en la mano, apenas sorprende que los españoles desconfíen de las inauguraciones: hemos construido demasiados centros deportivos y culturales en los que no hay deporte ni cultura, multitud de rotondas -tan feas, por cierto, la mayoría--, decenas de supercarreteras de peaje que siguen perfectamente intransitadas...España es un país de grandes infraestructuras -ya las quisieran para sí algunos Estados europeos de los verdaderamente ricos--, muchas absolutamente innecesarias. Que no digo yo, Dios me libre, que este sea el caso del AVE a Alicante. Todo lo contrario: ese tramo va a facilitar la vida a muchos ciudadanos. Pero sí es cierto que las demandas de un tren de alta velocidad para tantos destinos en España han sido excesivas y poco razonadas, como es verdad que el faraonismo de tantos munícipes ha contribuido a que las arcas estén como están (las públicas, que algunas privadas se hallan, en cambio, en mucho mejor estado).
 
Bueno, pero no amarguemos ahora la fiesta alicantina, la maravillosa ciudad tan polémicamente regida. Es bueno que aún se inauguren cosas de valor para el español medio.  Entre otras cosas, porque ello nos demuestra que aún seguimos en el machito. Enhorabuena a quien corresponda. Que no es, desde luego, cierta alcaldesa de cuyo nombre prefiero no acordarme.


>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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