miércoles 19 de junio de 2013, 08:43h
Urdanga está siendo investigado por un montón de
delitos de carácter fiscal y tributario. En el rifirrafe su personalidad
inmadura y frívola se nos desvela mail tras mail. En el entramado aparece la
infanta Cristina con cargos prominentes en las sociedades de su marido y el
juez, en su instrucción de la causa, solicita fundadamente unas certificaciones
a Hacienda.
A lo que he podido
averiguar, toda actividad informática de Hacienda queda registrada de forma y
manera que su trazabilidad es completa y prácticamente perfecta. El registro
abarca desde cada una de las consultas preliminares del juez hasta cualquier
visualización en pantalla, grabación a distancia o simple movimiento del
archivo con los documentos intervenidos.
No hay error de
hacienda ni de los registradores ni de los notarios; de hecho, no hay misterio
alguno en esta nuevo chisme patrio.
En 2005 y 2006, cuando
supuestamente se producen las 13 falsas compraventas, la actividad comercial
del badulaque es supersónica: La investigación
judicial califica de "totalmente desproporcionados" los precios de Nóos,
atribuye al instituto la simulación de la "contratación de servicios ficticios
a entidades mercantiles facturados por importe superior al servicio realmente
prestado" y recoge en el sumario ejemplos como un presupuesto de 1,2 millones
para la organización de un congreso de dos días sobre deporte y turismo, o viajes
y alojamiento por 240.000 euros. Según
las facturas entregadas por Diego Torres, socio de Urdangarin, al menos
116.000 euros acabaron en la caja de la empresa Aizoon, propiedad de los
duques de Palma.
En 2006, el bufón de
la corte de las Maravillas acababa de comprar una casa por siete millones de
euros y tenía prevista una reforma de otros tres. La prodigalidad creciente del
chistoso solo era comparable a la voracidad de Noos, lobo con piel de cordero que
esquilmó los presupuestos públicos de varias CCAA.
Necesitaba más líquido,
el sueldo de 300.000 € de Corinna era apenas una gota en el desierto de
sus deudas, lo rechazó. Necesitaba bastante más y recurrió de nuevo a su
fundación convencido de que pasar el dinero a Aizoon era como cambiar los
billetes del bolsillo izquierdo al derecho, así que alguna forma habría de
desfalcar la fundación en pro de los niños que él manejaba con presteza y jovialidad.
Transmite sus inquietudes financieras y alguien, tal vez el espabilado Tejeiro,
asesor fiscal del clown, o cualquiera de los empleados invisibles del
engendro, tuvo la ocurrencia de realizar trece falsas compraventas en tres
CCAA, cuatro provincias y sendos notarios y registradores. "Nadie lo descubrirá
y es completamente legal" debió decir.
Pocos nombres podían
usarse para convertir en privado lo que era público; tenía que ser alguien con
firma tanto en la salida como en el ingreso del dinero tras haber comprado y
vendido trece propiedades falsificadas. Solamente dos puede que tres personas
cumplan este requisito elemental. Una de ellas dio el visto bueno a la
operación y otra, sabiéndolo o sin saberlo, fue la que figuró como vendedora.
Es un plan malísimo,
pero el que lo ideó, en plena euforia económica, tuvo por seguro que utilizar
el nombre de la infanta sería como un escudo protector sobre la fechoría. Es
lógico, por otra parte, que pensara así pues justamente ese mismo espejismo
daba sustento a todo el tinglado. En fin, es error común creer que las medidas
de protección son para situaciones ordinarias y eso, precisamente, las hace inútiles
en circunstancias extraordinarias que es cuando realmente son necesarias: el
escudo protector no podía funcionar frente a una investigación judicial.
Ahora la chapuza ha
estallado y no tardaremos mucho en saber qué pasó realmente. El Sr. Burns Montoro,
siempre tan locuaz, mendaz y lenguaraz, calla, dice no estar preparado para
contestar preguntas -la verdad, no me imagino a mí diciéndole eso a mi jefe- y
se hace el alma cándida, pero acabaremos sabiéndolo.
Esta puede ser una
buena oportunidad para la Casa Real de resarcirse y deshacerse del yernísimo:
si mi teoría es cierta y este esperpento no es más que otro fleco del caso Noos
- Aizoon, el rey, el pater Constitutionis y futuro duque de Palafrugell y Paco
Marhuenda, al quien de niño nadie elegía para jugar al fútbol, tienen una
buena ocasión para usar al bufón de papel higiénico y a la infanta de algodón.
ESQUIRLA: Menuda
estupidez triscaidecafóbica la de la Casa Real al no usar el número 13 en el
deneí de la infanta y adjudicarle el 14. LO wue le ha pasado demuestra que trae
mala suerte ser supersticioso.
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Comentarios
Últimos comentarios de los lectores (1)
22173 | kroker - 19/06/2013 @ 23:25:40 (GMT+1)
La explicación que das sobre el tema, es la única posible y que además sea creíble; a estas alturas nadie cree en el error de un DNI de 2 dígitos. Salvo claro está, que los registradores no sean los titulares por oposición, sino sustitutos en calidad de personal contratado a tiempo parcial por una ETT.
De todas maneras ya no me extraña nada en este país; tenemos una legislación civil por ejemplo, que solo ampara la golfería, con el pretexto de ser garantista. Se hacen muchas modificaciones de LEC, pero en realidad, no sirven para nada; tenemos leyes dignas del siglo XIX como la LH, o la Ley de Minas.
Es igual el número de delitos presuntamente cometidos por el consorte, al final del camino y de montañas de dinero gastado, vendrá el Gallardón de turno, e indultara al "empalmado". Si se indulta a un conductor (o varios) suicida, que pone en peligro la vida de personas, no veo razón alguna, para que ese individuo no sea indultado (vamos, casi el está cantado el asunto).
Decía hace poco un tipo, que Madrid tiene 50.000 abogados, más que toda Francia junta. Hasta pocos me parecen, teniendo en cuanta que en España coexisten más de 200.000 normas jurídicas. Seguramente, la legislación francesa sea mucho más escueta, y por tanto, no se necesita tanta especialización. Hoy día, ser abogado generalista en España es imposible, no puedes abarcar todo, como mucho se considera generalista cuando abarcas dos o tres jurisdicciones, y dentro de ellas temas muy concretos.
Además de esto, la práctica diaria de los juzgados, es una especie de lotería; cada uno hace de su capa un sayo, y lo que es válido en uno, en otro no tanto. (La nueva oficina judicial, más parece una administración de apuestas mutuas en la que el Secretario es el "puto amor" que diría un humorista de todos conocido). No digamos de la jurisprudencia de las AAPP, muchas veces contradictoria entre sí. Pero la principal culpa de esto, la tiene el legislador español, que lejos de hacer normas claras y de relativamente fácil aplicación, se dedican a modificar las ya existentes, dando como resultado, artículos contradictorios, o que se prestan a diferentes interpretaciones.
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