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La vicepresidenta que tenemos

La vicepresidenta que tenemos

sábado 22 de junio de 2013, 12:08h
De cuantas reformas ha puesto en marcha el Gobierno hasta ahora en sus diecinueve meses de mandato, la de las administraciones públicas parece, pese a la oposición esperable de algunas autonomías, la menos discutible, la que abre un camino más nítido hacia el Cambio. Que, como tantas veces se ha dicho, no es un mero conjunto de cambios. Y esta reforma, que significa apenas un inicio del buen camino, especialmente si también es consensuada con los socialistas, es cosa, dicen todos, de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y su equipo silencioso.
 
Pienso, y por lo que voy conversando por ahí me parece que no soy el único, que SSS es lo mejor que tiene Mariano Rajoy en este Gobierno donde sobran algunos ocurrentes, ciertos provocadores y un par de despistados. Y al que, para colmo, le van a restar, para enviarlo a Europa, a uno de sus más sólidos valores. En medio de la zozobra, la vicepresidenta se ha convertido en la reina de las sesiones de control parlamentario frente a su tocaya del PSOE, en la coordinadora de subsecretarios, en el alma de la comisión delegada para asuntos económicos y en desconsuelo informativo de periodistas que buscan, viernes tras viernes, algún titular discordante tras los Consejos de ministros.
 
Las vicepresidentas, y ya llevamos tres, han sido la nota laboriosa de los gobiernos desde hace años. Cada una a su estilo, con sus méritos y sus deméritos. Pero ocurre que la señora Sáenz de Santamaría huye de alharacas protocolarias, de feminismos innecesarios, de vestimentas ostentosas, de gestos para la galería: trabaja con denuedo y creo que con algunos resultados. Para colmo, se ha colocado al frente de la economía -para disgusto de algunos en el propio Ejecutivo-cuando empieza a verse, quién sabe si fructificarán, algunos timidísimos 'brotes verdes' contra los que, cómo no, han advertido ya los sindicatos, prediciendo un  otoño helado. Y cuando se atisban los resultados, forzosamente positivos, del pacto suscrito con un colaborador y bienintencionado Rubalcaba.
 

Y, para colmo, doña Soraya se las ingenia para que cada palo aguante su vela: si no hay explicaciones convincentes por el asunto de las fincas de la Infanta, allá se las apañe Montoro; si a Wert le abuchean -tremenda descortesía en un acto cultural presidido por la Reina--, que defienda él su reforma educativa y su sistema de becas; si el titular de Justicia arma la marimorena con alguna genialidad que nadie le ha pedido, pues que se sepa eso: que nadie se la ha pedido.
 
Navega SSS en un buque que marcha a escasa velocidad, que tiene algunos agujeros en el casco y cuyo capitán no siempre sabe imprimir el entusiasmo debido a la tripulación, donde existen distintos grados de competencia entre la oficialidad. Es una pena que Rajoy haya decidido aplazar al máximo -dicen que hasta las vísperas de las europeas, dentro de casi un año-una remodelación de su Gabinete, porque las cosas irían mejor si la vicepresidenta 'gobernase' libre de algunos obstáculos. Claro que, a este paso,  alguien podría llegar a pensar en si lo mejor no sería que esta atípica política, que a veces no lo parece, al menos en el sentido más tradicional y peyorativo del término, ascendiese un escalón. Claro que usted, amable lector/a, me entiende.

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