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Éramos pocos y parió el concierto

Éramos pocos y parió el concierto

lunes 24 de junio de 2013, 17:37h
Algún día alguien tendrá que explicarme por qué en este país nuestro hay que tocar lo que no da problemas y dejar intacto lo que sí los da. Algún día, por ejemplo, alguien nos desvelará el secreto por el que un ministro impone unas tasas judiciales que nadie había pedido, o una reforma del aborto por la que, que yo sepa, nadie se había manifestado. O algún día tal vez hallemos la razón por la que en lugar que es templo de cultura se abuchea a la mujer del jefe del Estado, que para nada se ha metido con nadie y permanece ajena a debates sobre el régimen. Algún día, otro suponer, alguien debería contarnos qué maldición nos aflige para que una de las pocas cosas que en España permanecía tranquila, el concierto vasco, haya sido zarandeada a partir de la desafortunada intervención de un político que, para colmo, es catalán y, para más INRI, quiere para Cataluña un trato fiscal y económico semejante al que tienen los vascos.
 
Ya sé, ya sé que el concierto y su consecuencia, el cupo, suponen un trato injusto con respecto al resto de comunidades autónomas. Pero los derechos históricos hay que respetarlos, como los pactos y los acuerdos; sobre todo, cuando garantizan un mínimo de estabilidad. No parece el momento de abrir un melón que no estamos dispuestos a consumir, sino, más bien, de abrir otro, en sentido contrario, facilitando un trato favorable a los intereses de Cataluña. También, claro, en interés de la estabilidad territorial.
 
Y entonces va un señor que dirige con mano trémula a los socialistas catalanes y dice que hay que replantear el concierto. Nadie se lo explica. Ello ha puesto en un brete a los socialistas vascos, a los que mandan en la sede de la calle Ferraz, ha incomodado al Gobierno del PNV y hasta al Gobierno del PP, que estaba encantado de la buena marcha de las relaciones con los nacionalistas ahora comandados por alguien sensato, como Iñigo Urkullu (nada que ver con aquella pesadilla llamada Ibarretxe).
 
Así que el PP y el Gobierno por este partido sustentado, probablemente contra sus más íntimas creencias, ha tenido que convertirse en el principal adalid del concierto y, probablemente, ahora se vaya a ver en mayores dificultades para negociar las cantidades del cupo, gracias a la ocurrencia de don Pere Navarro que ha alterado los ánimos peneuvistas y ha provocado un cierre de filas nacionalista en Euskadi. Mal va a poder ampliar Rubalcaba su pacto con Rajoy -una ampliación que, a mi juicio, tan conveniente sería- para mejorar las estructuras del Estado si tras él tiene al ejército de Pancho Villa, sembrando, un ejemplo más, el desconcierto con esto del concierto.
 
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>> El blog de Fernando Jáuregui: 'Cenáculos y mentideros'>>
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