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Trampantojos

Trampantojos

Por Gabriel Elorriaga F.
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elorriagafernandezhotmailcom/18/18/26
lunes 15 de julio de 2013, 19:17h
Se llaman trampantojos a los artificios con que se engaña a algunos haciéndoles ver lo que no hay. Con efectos de falso relieve y perspectivas ilusorias, existe una modalidad pictórica decorativa que es el arte del trampantojo. En política, el arte del trampantojo se utiliza frecuentemente para distraer al electorado de sus problemas reales y embaucarlo con falsas perspectivas que no tienen otro fondo que el muro sobre el que están pintadas.
 
En el arte del traspantajo político destacaron, desde la fase preconstitucional, los partidos apellidados nacionalistas, haciendo ver a sus devotos que la reforma autonomista del Estado era un paso hacia la desintegración de dicho Estado y no un despliegue de sus propias estructuras. La delegación de competencias y facultades de autogobierno en asuntos domésticos nada tenía que ver con las fronteras, relaciones internacionales, mercado y seguridad de la soberanía nacional única. La aceptación codiciosa del sistema por los prebostes nacionalistas no suponía nada similar a proyectos independentistas sino a la renuncia legal a dichos proyectos a cambio de posiciones y canonjías en los ámbitos territoriales. El único derecho a decidir que consagraría la Constitución fue la capacidad de la mayoría de toda la Nación para tomar decisiones de carácter estatal, quedando ilegalizada, con ello, toda pretensión de ninguna región, ciudad, comunidad o tribu de decidir desde un punto de vista parcial o local. Si, además, sucede que, tampoco, desde la parcelación, se dan unanimidades independentistas y los líderes que enarbolan esas banderas están de capa caída, estas pretensiones resultan ridículas. Pero los artistas del trampantojo, mezclando sentimientos de amor al terruño con deformaciones de la historia, imposiciones culturales y escenografías subvencionadas, tras las que no había más que manipulación mercenaria, han creado unos falsos paisajes para consumo de sus seguidores. Así se han creado perspectivas irreales, como las que sueña el prisionero Otegui desde la cárcel de Logroño que dice: "El Estado se encuentra en la peor crisis de los últimos quinientos años". Esto, si recordamos la Guerra de la Independencia, las guerras carlistas, las efímeras Repúblicas y la Guerra Civil, resulta una afirmación risible. Hoy tenemos un Estado constitucional incólume en sus principios, gobernado por una mayoría absoluta y con Otegui y sus muchachos en la cárcel. El hecho de que estemos soportando una crisis económica y que los grandes partidos estén pasando por sendas deficiencias de liderazgo no quiere decir sino que estamos pasando una mala racha pero que el esqueleto del Estado no está quebrado. El diputado general de Guipúzcoa, Martín Garitano, fue a consolar a Otegui diciéndole que, en el tema internacional "hemos llegado a resultados en Uruguay y Noruega", como si tan influyentes naciones fuesen a enviar voluntarios para hacer replegarse a Francia y España de sus fronteras históricas. Trampantojo sobre trampantojo. Parece, según Garitano, que "no hace falta solo que tú te declares unilateralmente por mayoría democrática, sino que te tienen que reconocer, eso es lo fundamental". No se sabe de dónde saca la presunción de esa mayoría soberanista el citado Garitano pero desde luego, lo que sí se sabe es que no existen los presuntos "reconocedores" y si reconocería la declaración el principal "reconocedor" de esta hipótesis, llamado España, a quien nunca le han preocupado mucho las opiniones extranjeras sobre su política interior y nunca ha asumido pasivamente los brotes separatistas.
 
  Peores trampantojos son los pintados por los nacionalistas catalanes con reflexiones pintorescas como la de Jordi Puyol cuando la disolución de la Unión Soviética: "Cataluña es como Lituania, pero España no es la Unión". No digamos la reciente comparación de Artur Mas de Cataluña con Massachusetts, Estado dentro de los Estados Unidos, donde ya sabemos lo que significa "Unidos". Habría que consultar a los círculos soberanistas si su afán es precisamente eso, ser parte de unos Estados auténticamente "unidos". Mientras, Artur Mas adelanta su desacuerdo con una futura ley de mercado único en España, a la vez que dice desear integrarse en una Unión Europea que nació, precisamente, de un Mercado Común continental. Puede suponerse lo que pensarán los inversores europeos de un territorio que no acepta tan siquiera un mercado único interior. Todas estas cosas serían disculpables como delirios de políticos de campanario que ven disminuir sus expectativas, tras treinta y cinco años de propagandas y fantasías libérrimas. Pero aún peor trampantojo es el del socialismo que presenta una fórmula federal -¿Cómo Massachusetts?- como si significase otra cosa que disimular su división interpartidaria. Para ello, también, habría que reformar la Constitución ¿por qué procedimiento y por cual ratificación mayoritaria?. Reforma que no sería para ser independientes sino para llamarse Estado, necesariamente "unido", sin garantizar en que se basaría tal unión.
 
Son todos artificios retóricos para no conseguir nada práctico., De Guatemala a Guatepeor. Solo para difuminar un poco el apellido "español" que, al parecer, no le resulta cómodo para sus trapicheos interpartidarios. En vez de Reino de España vayamos todos, con Rubalcaba el primero, a declararnos Estados Unidos de España. A por el trampantojo como meta fantasma, mientras peligra la industria naval española, se instruyen causas de corrupción que nos avergüenzan a todos y se consumen los caudales públicos. Los trampantojos distraen a los españoles que tienen como primer objetivo reaccionar vigorosamente, como siempre reaccionaron, en momentos difíciles. Pero quienes sueñan con repartirse los despojos no deben olvidar aquellas sencillas líneas que Sor María Jesús de Agreda dirigía a Felipe IV: "esta navecilla de España no ha de naufragar jamás por más que llegue el agua al cuello". Las profecías están avaladas por el paso de los siglos y los trampantojos de falsas soberanías solo sirven para decorar muros sin ventanas.

Gabriel Elorriaga F.

Ex diputado y ex senador

Gabriel Elorriaga F. fue diputado y senador español por el Partido Popular. Fue director del gabinete de Manuel Fraga cuando éste era ministro de Información y Turismo. También participó en la fundación del partido Reforma Democrática. También ha escrito varios libros, tales como 'Así habló Don Quijote', 'Sed de Dios', 'Diktapenuria', 'La vocación política', 'Fraga y el eje de la transición' o 'Canalejas o el liberalismo social'.

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