jueves 18 de julio de 2013, 16:23h
Hay tal grado de conmoción por el caso
Bárcenas que estamos relegando a un segundo lugar asuntos que tienen una
trascendencia directa en nuestras vidas cotidianas. Por ejemplo, la
educación.
El ministro Wert ha sacado adelante su reforma educativa y los
partidos de oposición ya le han avisado que en cuanto puedan, es decir,
cuando el PSOE vuelva a gobernar, la ley será derogada de inmediato. Aún
así al ministro Wert no le ha asaltado ninguna duda de que pudiera
estar equivocado. Wert ha permanecido inasequible a las críticas y no le
ha temblado el pulso al apostar por un modelo de educación que lo que
viene a consagrar es la desigualdad de oportunidades.
Con la reforma Wert en nuestro país habrá dos clases de
estudiantes, los que tengan medios económicos y los que si no lo tienen
tengan que esforzarse para acceder a una beca.
Si un chico a los catorce o quince años flojea en los estudios,
por la causa que sea, se le invitará a emprender la vía de la formación
profesional. Pero si ese chico tiene medios económicos da lo mismo que
flojee o no, sus padres siempre podrán pagar un colegio privado.
La ley Wert es una ley elitista y por tanto excluyente con lo cual
es una ley injusta. Tiene algún aspecto positivo pero que pasa
inadvertido ante lo fundamental que no es otra cosa que esa ventaja que
de ahora en adelante van a tener los chicos que tengan una buena
situación socioeconómica.
Verán, en mi opinión es un disparate que asuntos como la
educación, la sanidad, o el sistema de pensiones, no se consensúen de la
primera a la última letra. Porque lo que no es de recibo es que
dependiendo del color político de los gobiernos nuestros hijos tengan
distintos modelos educativos. Por poner un ejemplo fácil, si gobierna la
izquierda nuestros hijos estudiarán educación para la ciudadanía y si
gana la derecha, la religión tendrá la misma importancia que las
Matemáticas. Pero ni siquiera esto es lo más importante, lo que de
verdad es un despropósito es que con la ley Wert vaya a haber un buen
número de adolescentes y universitarios que se van a ver fuera del
sistema educativo salvo, insisto, que tengan dinero o estén en la
excelencia.
Que José Ignacio Wert no pensaba apearse de su concepción elitista
y doctrinaria de la educación va a suponer un daño irremediable para
unos cuantos miles de chicos y para sus familias. Jóvenes que se van a
jugar el resto de su vida por el empecinamiento de un político cuya
soberbia le ha impedido escuchar y tener en cuenta las opiniones de los
demás.
El PP está tomando decisiones que serán desechadas cuando el PSOE
vuelva a gobernar, y me parece a mi que es una irresponsabilidad no
consensuar leyes, como ésta de la educación. No diré que las leyes
socialistas referentes a la educación fueron ninguna panacea. Por eso me
parece que los dos grandes partidos no pueden seguir imponiendo modelos
contrapuestos sino que su obligación es consensuar un modelo educativo
justo, equilibrado, eficaz, que pueda durar en el tiempo.
Sí, el foco continúa en el caso Bárcenas, pero la vida continúa.