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Los forofos de Cospedal

Los forofos de Cospedal

martes 20 de agosto de 2013, 14:55h
Los populares quisieron acompañar a la Cospedal en el paseíllo mediático por los juzgados de la Audiencia Nacional. Allí estaban sus forofos más comprometidos, rodeándola y protegiéndola, acallando esforzadamente en griterío de los alborotadores críticos que se citan en ese lugar cada vez que compadece un dirigente del Partido Popular. Arenas y Cascos desfilaron demasiado solos por aquel burladero y una situación así no podía repetirse. En los viejos tiempos de la transición democrática, tan denostados ahora por los presbíteros de la virginidad política, la izquierda ocupaba las calles y la derechona se encerraba en casa encomendándose a sus devociones más queridas, pero tal recogimiento acobardado se fue superando con los años y la burguesía liberal terminó por cogerle gusto a las concentraciones y a las pancartas. Bastó con que Zapatero se acomodara en el Palacete de la Moncloa y certificara sus primeras decisiones. Los conservadores se dieron entonces un garbeo por las avenidas patrias y regresaron después a su hogar, encantados de conocerse y un poco afónicos de gritar tantas consignas pareadas contra los socialistas.

Una vez ganadas las elecciones y vueltas a su cauce las aguas turbulentas del radicalismo zapaterista, los objetivos estaban cumplidos y aquellos intrépidos manifestantes volvieron a sus reservas tradicionales. Ahora se despiertan nuevamente, un tanto adormilados, sin frases hechas que vocear en público, pero dispuestos a ocupar el espacio público que les corresponde. Nunca fue lo suyo, otros se encargaron de ello, pero si hay que hacerlo, se vuelve hacer. Nada nuevo bajo el sol.

Ahí tienen el ejemplo de las muchachadas de tamborileros descamisados que amenizan con sus cánticos y tamborradas las apariciones públicas de la Presidenta de la República Argentina en la Plaza de Mayo. Transforman el recinto en una verbena peronista y no hay un valiente que se atreva a pasear por allí sin una bandera nacional en la mano y un retrato de Evita colgando del pescuezo. Así se gobierna más arropado y las leyes más arbitrarias quedan santificadas en ese ritual de brazos levantados, gritos destemplados y gestos descompuestos. El difunto Chavez se desenvolvía divinamente sumergiéndose en las barras bravas de pobres subsidiados. Las multitudes  festejaban sus apariciones como los chamanes reciben la puesta del sol. Evo Morales, más timidito y recatado, convoca a todos los espíritus quechuas de sus ancestros cada vez que los criollos se le amotinan. Los indígenas le siguen como si fuera el libertador de todos los arrinconados por la historia.

Modos y maneras distintos de movilizar a las gentes. Lo de Cospedal y los suyos es mucho más insólito a la par que elegante. Uno de sus seguidores más entusiastas, diputada regional en la cámara manchega, se calificó de tranquila y orgullosa el mismo día de la aparición de su jefa en sede judicial, una muestra más del desparpajo indocumentado con el que se comportan algunos politicastros de la meseta autonómica. Motivos de sobra tienen los votantes del Partido Popular para salir a la calle, basta con que se repasen el programa electoral y comprueben los incumplimientos perpetrados por el Gobierno, pero resulta desconcertante la defensa de lo indefendible. Cualquier mañana se funda el club de fans de Dolores Cospedal. No me extrañaría lo más mínimo.
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